Este juego está dirigido tanto a aquellos que disfrutan con la lectura como a los que les gusta escribir historias. A los que quieren expresar ideas y sentimientos a través de las palabras. A los amantes de las letras.
Si esto no te apasiona, este juego probablemente no es para ti. No obstante ¡Pruébalo!
Haz tu mejor composición con el conjunto de palabras propuestas en cada desafío. El más votado gana. Atrévete a jugar. más...»
Vota los microrrelatos del resto de concursantes. En este juego el jurado eres tú. Elige los tres que más te gusten. más...»
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Participa en el desafío y demuestra tus dotes como escritor ¡Atrévete!
Tú eres el jurado. Vota por las tres propuestas que más te gusten de los desafíos
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En el largo viaje de la vida, las vivencias y recuerdos, cincelados en la columna vertebral que nos mantiene ergidos, conforman lo que fuimos, lo que somos y aquello que aún queda por descubrir. En ese apasionante viaje, la familia no solo es el grupo de individuos que nos acompaña si no aquello que le da color, le da sabor, le da sentido... El sentido de la vida
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Voy en grupo... o eso creo,
al menos vamos juntos.
Me hablan sin cesar y, en volandas,
me arrastran en su viaje.
Pero yo no logro recordar
de qué los conozco
Me parecen extraños personajes,
desdibujados e irreales.
Y debo descubrir qué lazos nos
unen o tendré que bajarme
en la siguiente estación
para buscar el tren que al fin
logre llevarme a mi destino.
Mientras sigo en el camino.
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Este año os propongo realizar un amigo invisible especial, la idea es regalar un mensaje a quién nos toque en suerte. Un mensaje que diga lo que pensamos de esa persona o lo que creamos que le va ayudar a ser mejor o simplemente aquello que sabemos que le va a gustar recibir o que disfrutará leyendo.
Pero no va a ser un mensaje escrito por nosotros. Ya hay muchos mensajes escritos esperando a ser encontrados, mensajes que están ahí para que alguien los reciba, como esos que se meten en una botella, se tiran al mar y los recibe alguien en una playa en el otro extremo del mundo.
Este año vamos a ir nosotros a buscar ese mensaje para nuestro amigo, vamos a ayudarles a que lo encuentre. Vamos a ser su mar, su botella y su playa. Vamos a buscar un libro para él y vamos a regalárselo. Un libro nuevo o uno de segunda mano o de nuestra estantería. Uno que nos haya gustado leer o que nos haya atraído su portada o su sinopsis.
Pero es necesario que le dediquemos un buen rato a pensar en cómo es nuestro amigo y después, cuando lo tengamos claro, otro buen rato a busca un libro para él. No escatimemos esfuerzos, se notará mucho, hagámoslo con cariño y con tiempo, él nos lo agradecerá.
Y para que nuestra propuesta se extienda y sirva para fomentar la lectura y la amistad, pulsa en comentarios y regístralo aquí de la siguiente forma:
- Un mensaje del emisor ``Este libro: #Titulo#, es para mi amigo #Nombre# y se lo regalo porque #Razón de porqué he elegido el libro#´´
- Un mensaje del receptor ``Este libro: #Titulo#, que me ha regalado #Nombre# me ha gustado (o no) por #Qué me ha parecido el libro#´´
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Silencio,
cuando me hablas
no te escucho
y, cuando contemplo el mundo
con la mirada fija en ti,
te callas Tú
Empezar a escribir siempre me produce vértigo, y no porque no tenga cosas que contar o no me guste hacerlo, sino porque el elegir la historia implica eliminar otras que, a la hora de enfrentarme a un espacio en blanco, compiten por nacer, por convertirse, de alguna manera, en reales. Sin saber muy bien por qué, tú permites a una de ellas hacerse dueña de ti, desbancando con su fuerza a otras que, aunque puedan ser más interesantes, no han sido capaces de imponerse. Y sin poderlo controlar surgen las palabras hilvanándose solas y, como en cualquier lucha por la supervivencia, una sensación de angustia, frustración e impotencia, pero también de vida y fascinación, te embarga, convirtiéndote en un medio a su merced. Pero hoy lo tengo fácil, porque hoy, la historia es mía.
Ocurrió en Laponia, en un lugar llamado Rovaniemi, una aldea rodeada de hielo, nieve y de una magia imposible de plasmar con palabras.
Habíamos ido allí con nuestros hijos días antes de Navidad a conocer a Papá Noel, a San Nicolás. Mi marido y yo decidimos organizar este viaje para que los niños vivieran unas fiestas aquel año, primero en el que mi padre no iba a estar, inolvidables.
Y hasta allí nos fuimos llenos de ilusión. Nuestros hijos lo contemplaban todo con sus miradas inocentes, haciéndonos preguntas imposibles de contestar sin la ayuda de la fantasía de aquel lugar.
El grupo que nos acompañaba era muy pequeño. Recuerdo que me fijé en una mujer embarazada que me llamó la atención por estar sola.
Finalmente llegó el día y San Nicolás no nos defraudó, era tal y como siempre lo habíamos imaginado. Su aspecto, su voz, su actitud...todo en Él era como tenía que ser.
Nuestros hijos se quedaron sin palabras al verlo, sus ojos, muy abiertos, transmitían la fascinación y veneración que cualquiera hubiéramos sentido ante un Papá Noel que creyéramos de verdad.
Muy solemnes se acercaron a Él y, cuándo iban a hablarle, un grito ensordecedor rompió aquel silencio único. Todos nos volvimos, la mujer embarazada se retorcía en el suelo agarrándose un vientre que, como si no fuera de ella, se movía a distinto compás. La sangre lo envolvió todo. Instintivamente, tapándoles la cara a los niños, los sacamos de allí. Ya fuera, más serena, decidí volver a entrar.
San Nicolás llevaba en brazos a la mujer, ¡nunca había visto a nadie tan grande! Lo seguí como hipnotizada. Se subió en un coche y, a su lado, me acomodé intentando tranquilizar a la pobre parturienta.
El hospital del pueblo más cercano estaba en un edificio antiguo. Tardamos muy poco en llegar. Cuándo me di cuenta estaba sola con Él, la mujer, entre gritos y enfermeras, había desaparecido. Una emoción intensa me embargó, y sin saber porqué me abracé a Él muy fuerte. No hablamos, sólo nos sentimos. Nuestras almas se unieron de tal manera que todo dejó de existir. No sé cuánto tiempo estuvimos así. Sólo sé que cuando volví al hotel no dije nada, era incapaz de explicar lo ocurrido.
Al regresar a Madrid recuerdo que durante bastante tiempo estuve muy rara. Todo el mundo pensó que la muerte de mi padre me había trastornado? nadie supo jamás lo que realmente me pasaba.
No he vuelto a Rovaniemi. No volví a saber jamás de la mujer embarazada. No he vuelto a verlo a Él. Pero aún hoy es el día que me estremezco cuándo vuelve a mi memoria aquel momento, aquel instante en el que no sé cómo....me enamoré perdidamente de PAPÁ NOEL.
IRIS
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El dolor de la quemadura lo despertó con tiempo de ver el arco de luz que la incandescente colilla describió en el aire. Al involuntario aspaviento defensivo le siguió una rápida sacudida de la mano tratando de aliviar el dolor, cosa que consiguio al ser embalsamado por los pensamientos que le vinieron al encuentro cuando miró a su alrededor. Una vez más se había quedado dormido en el sofá, los restos de comida basura, vasos medio vacíos, el cenicero incapaz de contener las numerosas colillas y todo ello acumulado de varios días sin hacer el más mínimo escuerzo de limpiar algo. El lunes le habían dado la carta de despido.
La insistencia del zumbido del telefonillo lo obligó a levantarse. El sofá más perezoso incluso le guardó la ausencia no recuperando la posición inicial, eran muchos días ya los que llevaba tirado en él, solo levantándose para ir al baño y a la nevera para reponer el suministro de cervezas. El pantalón del chandal por debajo de la cintura, la camiseta incapaz de contener los michelines, las marcas de sudor parecían estampadas en la licra.
Manolo hoy llegan los nuevos vecinos y tengo que salir a hacer un mandao, si
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Tardé en reconocerla. Fueron sus ojos los que conectaron mis recuerdos con aquél desfigurado rostro. Dicen que los ojos son el espejo del alma y aquellos eran inteligentes, vivaces e imbuidos de una curiosidad que no dejaban un rincón sin recorrer en un viaje que no incomodaba ni lo más mínimo al objeto observado, al contrario, su mirada era tan suave y dulce que todos se esforzaban por presentar sus mejores galas tratando de retener su atención. Si no hubiera sido por aquellos ojos y el alma que los acompañaba aquella mujer me hubiera resultado una absoluta desconocida.
La observé con atención, sin ningún reparo de sentirme igualmente observada y no porque mi conciencia fuera inmaculada sino porque era consciente de que no había ningún rincón en todo mi ser que ella desconociese.
El pelo negro, ensortijado y rebelde realzaba una cara ovalada que lucía hábilmente combinados toda la gama de colores mediterráneos: moreno de tierra mora, un poco de sombra para acunar sus grandes ojos y tintes rojos en los pómulos para presumir de raza y pureza de sangre. La nariz ligeramente altiva, mirando de soslayo al cielo, orgullosa de su protagonismo en aquel bello lienzo. ¿Y su sonrisa? Inicialmente recatada fue ágil en percatarse de que era el centro de mis pensamientos y se desató, primero me inundó con una deslumbrante blancura para seguidamente transportarme a las puertas del paraíso. Cerré los ojos y me dejé llevar por recuerdos compartidos.
-Alicia, abre los ojos y mira al espejo por favor, llevamos ya tres horas y vamos con retraso- me dijo con indisimulado enojo la maquilladora.
Obediente volví a mirarla a los ojos devolviéndole la sonrisa, le estaba cediendo el testigo de mi vida y quería transmitirle que me resultaba tan digna de confianza que no dudaría ni un segundo en mostrarle la palma de la mano para que me leyera la buenaventura. La película ``La Reina Gitana´´ tenía el éxito asegurado, pero en contrapartida a mí me obligaba a someterme diariamente a un minucioso proceso de caracterización que me cubría de una espesa capa de maquillaje y me hacía desaparecer.
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Cámara
La noche era fría y oscura. Solo el eco de pasos furtivos rompía el inusual silencio de la calle. El hombre paró delante de la puerta del bar, solo un débil rayo de luz salió a recibirlo desertando de la fiesta que se celebraba en su interior. El individuo encendió un cigarrillo a la vez que palpaba nervioso sus bolsillos.
Testigo:
Era tarde, bien entrada la noche y una vez más, por tercera noche consecutiva, observé como el desconocido se acercaba al antro. El tugurio tenía las puertas cerradas pero yo sabía que estaban todos dentro. ¡Qué raro! -pensé- Siempre entra muy rápido. ¿Qué hace? ¿A qué espera? ¡Lo van a pillar!
Protagonista:
Sí, sé que está prohibido, pero no aguanto más. Los políticos me tienen harto, puede que tengan engañados a todos los borregos que viven en este país pero a mí no me cuelan sus patrañas. Ya estoy aquí, no me ha visto nadie. No sé por qué estoy tan nervioso, necesito un cigarrillo. Unas caladitas y para dentro, a disfrutar de la fiesta de los lobos mientras las ovejas pastan encerradas tras las persianas. Pero... ¡no puede ser! ¡No la llevo! Se me ha debido caer por el camino, esto me pasa por ir con tanta prisa. ¡Maldita suerte la mía!
Omnisciente:
El peligro era real, pocos lo dudaban, pero los continuos bandazos del gobierno tenía desconcertada a la población. Muchos obedecían, mitad por responsabilidad mitad por apatía, pero unos cuantos rebeldes se atrevían a saltarse el toque de queda y la prohibición de reunirse y organizaban fiestas clandestinas. Alberto era uno de ellos y uno de los fijos en aquel bar, aunque siempre, por si las moscas, se protegía con mascarilla del peligroso virus. Pero aquella noche tuvo mala suerte y se equivocó al decidir entrar en batalla sin protección.
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La última cena
Cámara:
La última cena, titularon los periódicos y telediarios el suceso. Doce amigos que reservaron el bar de un pequeño pueblo de la sierra para celebrar una despedida de soltero. Cuatro fallecidos, el resto en el hospital, tres de ellos muy graves, en la UCI. Todo eran risas en el local hasta que se abrió la puerta y apareció el forastero.
Omnisciente:
Nadie en el pueblo olvidaría nunca aquella tragedia. Todos sabían que el peligroso asesino andaba suelto, todas las cadenas abrían los telediarios contando sus desmanes, pero cómo iban a pensar que llegaría a su pequeño y remoto poblado. La pandilla tenía ganas de pasarlo bien y la ocasión lo merecía. Cerraron el único bar de la localidad para celebrar que Jesús se casaba tres días después. Pero toda aquella alegría se tornó en desgracia y tiñó de luto los corazones de todos los vecinos de la pequeña villa.
Testigo:
Sí, yo lo vi todo. Les dejé a los chicos la nevera llena y las llaves del local para que cerraran, en el pueblo nos conocemos todos, eran buenos chicos, pobrecillos. Yo vivo en el soberao y duermo poco, no me molesta que haya ruido abajo, en el salón. Al revés, creo que me despertó el silencio, cuando todos callaron. Desde mi posición pude ver que alguien había abierto la puerta, un desconocido, no lo había visto nunca por el pueblo, hacía mucho frio fuera y el hombre estaba temblando. Llevaba sombrero calado hasta los ojos y una vieja gabardina. Tosió varias veces, una tos muy seca, parecía enfermo. Los chicos, tras un instante de sorpresa, enseguida se levantaron y lo invitaron a entrar. El recién llegado entró en calor rápidamente y pronto se unió a la fiesta como si los conociera de toda la vida, todo eran abrazos y las jarras de cerveza y vino se intercambiaban de unas manos a otras sin cesar. Así que me volví a dormir, ¡quién iba a pensar que todo iba a terminar así!
Protagonista:
¿Qué puedo contaros de aquella noche en el bar? yo me sentí como pez en el agua. Las multitudes me atraen, mientras más juntitos y cuanto más besos y abrazos mejor me lo paso, me vengo arriba. Yo no tengo la culpa, es mi genética, tengo que matar para seguir viviendo, son ellos o yo. Incluso dicen que aquellos que ahora se rasgan las vestiduras alertando de que soy muy peligroso, son los que me crearon en un laboratorio chino. Covid19 me han puesto de nombre los muy hipócritas.
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Taller de escritura 2021/2022 Ejercicio 19 de nov 2021
Biografía de tu espíritu
1 de noviembre de 2021. Visito el cementerio que habitas. Me entretengo de camino a tu tumba leyendo epitafios. Ángel falleció con 88 años y este es su epitafio: ``Aunque ya no pueda escribir, mis palabras quedarán escritas en la eternidad``.
Podría haber sido el mío si hubiera muerto ya. Pero tú fuiste un escritor grande y generoso con las palabras y, seguramente, -lector empedernido-, tu vida fueron tus libros y nada más. Te presiento como sí estuvieras presente. Yo, a quien aún me queda mucho por vivir, y por leer y escribir, y mi ansia es pequeña y modesta, me esforzaría por conocerte más, ahora que te he encontrado. ¡Tanto aprendería!
Tus señales en los libros me dirían como eras de verdad. Las hojas que te inspiraban, marcadas con cualquier cosa que tuvieras a mano, me contarían mucho de ti, detalles íntimos que yo no podría saber de otra manera. El texto señalado y la cosa. Tanta información con tan poco espacio.
Imagino tus manos, ya polvo, que tuvieron alguna vez la deformación del escritor. Escritura a mano, como se hacía antes de ahora. Con trazos apresurados siguiendo la inspiración intermitente.
En el silencio que habitas tus palabras resuenan como un eco sin voz. Todo lo que te rodea ahora en lugar de tus libros es piedra, polvo, nada; menos las palabras que escribiste. Ahí están en el aire que respiraste y que llevas contigo. Las percibo. Solo el eco y la nostalgia de tus palabras. Has sido eso, cuerpo, alma y palabras. Ahora, polvo, nada, eco. Me habría gustado conocerte.
Perdona que me vaya, pero yo sigo mi camino entre las sepulturas en busca de quien de verdad me importa.
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Madre solo hay una
Quizás sean tus últimos días o quizás te queden muchos por vivir todavía, es algo sobre lo que no se ponen de acuerdo los científicos que están estudiando tus males. Y la verdad sea dicha, muy preocupados nos tienes.
¡Oh, Madre! ¡Qué desmejorada estás! ¡Cuantos achaques te afligen!, maltrecha no por edad sino por la pesada carga de criar tantos hijos que poco o nada hemos hecho para aliviarte y cuidarte como mereces.
¡Oh, Madre!, solo maravillas puedo contar sobre tu vida. ¡Qué bonita eras en tu lozanía! ¡Cómo nos acunaste en nuestra niñez! ¡Cuánto apoyo nos diste cuando te necesitábamos! Ahí estabas tú, siempre, sin faltar un día, faro en nuestra deriva, viento a favor para seguir respirando, roca firme para coger impulso y seguir caminando.
¡Oh, Madre!, larga y fructífera vida la tuya. Dios, en su infinita sabiduría, cinco días tardó en crearte y llenarte de cosas buenas, un día más dedicó para completarte con nuestra existencia, pero creo que se equivocó al descansar el séptimo día. Mejor nos habría ido si lo hubiera dedicado a enseñarnos a cuidarte como es debido y no a darnos tanto libre albedrío. A fuego en la conciencia debió habernos grabado que Madre solo hay una.
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No recuerdo como quedé atrapada en este lúgubre cuartucho.
Quizás fue debido a la apresurada huida de la repentina lluvia.
Amenazantes gotas que a la par que me condenaban a buscar refugio, alimentaban las hermosas flores del patio.
No desisto, cojo impulso y me lanzo en búsqueda del añorado paraíso, pero una vez más la invisible barrera que separa la triste y oscura cárcel de la ansiada libertad cumple su siniestra misión.
Por enésima vez estrello mi deseo sobre el frio cristal. A lo lejos diviso a mis atareadas hermanas de flor en flor, recolectando para mi reina el dulce y sabroso néctar que, en la distancia, me proporciona las fuerzas necesarias para comenzar de nuevo el extenuante rito de liberación.
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Lluvia de mayo en aquel pequeño patio de la casa familiar que regaba el comienzo de mil historias por vivir.
Hoy desde la ventana contemplo el campo de juego de mi añorada infancia y los recuerdos colorean las flores que mis gastados ojos ya sólo pueden imaginar.
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Hacia nueve meses que no habia salido de su casa. Todo había comenzado cuando le dieren la noticia de su embrazo, y enseguida fue recluida por sus hermanas en la casa, en la habitación que tenia vistas al patio. Era lo único que podía ver desde la pequeña ventana que tenia situada enfrente de su cama. Recordaba con especial cariño las tardes de lluvia, cuando podía ver las macetas vacías llenándose de agua y después derramando el agua por el suelo ya mojado. Ella tenia intención de salir de aquella habitación, pero sabia que si se movía lo más mínimo iba a acabar muy mal para ella y la criatura que llevaba en el vientre, así que se limito a encarcelarse en aquella habitación con vistas al patio inundado.
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Comienzan las cansadas hojas a buscar su descanso otoñal, ovalado recuerdo de lluvia temprana martilleando incansable las sedientas macetas de un patio, en blanco y negro, que sueña con recuperar sus bellos colores de primavera.
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Pasea por el que una vez fue el patio de la, ahora derruida, casa donde pasó su infancia. Todos los recuerdos que dejó allí al madurar navegaban ahora libres en el mar en el que hubieran desembocado los ríos que atravesaron los cimientos de cada caserío del olvidado pueblo tras las últimas lluvias torrenciales. El agua se había llevado los comienzos de cientos de historias, convirtiendo al poblado en la triste ilustración del final del cuento que, pronto, nadie conocerá.
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Caminos que unas veces vienen y otras van
Recuerdos de historias fabricadas al caminar
Huellas sobre la arena que la brisa borra al volar
Allí está, mi puerta para volver al mar.
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Siempre a la misma hora.
Caminaba hacia la orilla y allí permanecía hasta que el sol se perdía en el horizonte.
Siempre a la misma hora.
Se apoyaba en la puerta y escudriñaba el mar, buscando su norte.
Siempre a la misma hora.
Desde aquel día en que una ola le susurró al oído su nombre.
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Y por lo demás,
¿quién me diría que yo que estuve sentado
en el atrio del Templo del Toro de Bengaval,
cabalgué sumisos bactrianos
por las colinas de Altai,
y subí las duras pendientes
de Tepoxtitlán,
hallaría al final del camino el retiro soñado;
el rincón que habitaron mis padres
en la puerta del mar?
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Mira el mar, míralo morena. Mira el mar despacio.
Caminando hacia tu puerta, con la mirada yerta.
Mira el mar, morena.
Míralo tú, con la mirada perdida, por la noche y sus estrellas.
Siente el viento, su caminar esbelto.
Que susurra, que se mueve, que asusta, que es breve.
En una noche de levante, que levanta a las más bellas.
Míralo, perdido, con las olas enlazadas en la espuma que se quiebra.
Pero es de noche, hace frío, tengo miedo.
No lo tengas, aquí me tienes. No hay puertas. Entregado a quererte, a caminar
entre dos brazos.
Que me digas lo que quieras, y que el miedo se vaya lejos, asustado. Y tu a mi lado, princesa.
Mira el mar, con su destreza.
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Y cuando despertó, la puerta todavía seguía allí, velando su camino al mar.
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¿Quién te desnudó de colores?
¿Quién te libró de transitar la senda del olvido?
¡Oh amada mía! caminando contigo,
embriagado por tu olor a mar,
acariciando tu azul marino
añorando tu sabor a sal,
traspasé la puerta del destino
y contemplé la eternidad.
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Iba trotando a escasos metros delante mía, ajeno a todo lo que nos rodeaba, y envidié su alegre juego, ladrando a las olas que se acercaban y se alejaban a su antojo, sin ser consciente de que este mar que tantas alegrías nos había dado, era hoy, en mis pensamientos una puerta a la nostalgia de veranos pasados.
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Esta vez no había puertas que abrir, supongo que eso es lo q hace uno cada mañana...
Esta vez sólo sonaban portazos...
Creo que asi suena el mundo cuando se rompe el alma... portazos que no te dejan oir tu grito, ahogado en un mar sin lágrimas...
Quisiera poder caminar por las aguas...
Quisiera poder desafiarla, duelo de iguales, cara a cara, cabeza alta, sostener la mirada,...
Podria estar hablando de desamor o de la amada, de un alma perdida, de una mente herida...o de una enfermedad que cada día te mata...
Todo puede suceder... si pudiera caminar sobre las aguas...
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Hacia cerca de una hora que había atravesado la puerta de su casa y se había limitado a caminar sin dirección, simplemente miraba hacia delante esperando encontrarse con alguien que pudiera ayudarle a cerrar aquella herida. No había una sola alma en la calle, así que su caminata siguió hasta que a lo lejos pudo divisar las suaves olas del mar. Se acercó al agua salada y se desplomó en la orilla, deseando que las olas se llevaran todo su dolor y sufrimiento a un lugar muy lejano.
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Acompaña a mi sombra mientras camino siguiendo tus pasos antes de que se pierdan en la orilla.
Siento que alguien me observa,
levanto la vista y me encuentro con ella.
Ahí está, viendo pasar el tiempo, la puerta del mar.
Resiste gritando en silencio
a olas que no saben si vienen o van.
La miro de frente, me pierdo en su contorno, no intento esconderme, nadie la engaña, toda la vida pasa por su mirada.
Mírala, alli está, la puerta del mar, viendo pasar el tiempo mientras grita a las olas el no pasarán.
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Amiga mia,
Que el cielo y la tierra te contemplen,
Que la fuerza y el espíritu del mar te bañen,
Que el calor del sol camine junto a ti,
Que abra para ti el universo las puertas
Y que se llene tu alma de cosas buenas!
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La misma llave que ayer me cerraba todas las puertas hoy abre la ventana que mira al norte.
La pesadilla que ayer congelaba todos mis pensamientos hoy acuna mis más dulces sueños.
Las palabras que ayer oxidaban mi esperanza hoy son brisa que abanican mi alma.
El amor usado que ayer se rompió en mil pedazos hoy se enamora en mi regazo.
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El año sin verano llegó
con su frío eterno,
con sueños oxidados
y amores usados.
El año sin verano llegó,
en busca de la llave
que abre las entrañas
y derrama su calor.
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Miro alrededor, no veo a nadie. Abro la verja y sigo el camino hasta la entrada. La casa vacía, la llave sin usar, oxidada bajo el felpudo, ¿cuánto tiempo ha pasado? No lo recuerdo, entro despacio y la puerta me devuelve un gemido desgarrado. Ellos, ya no están. Siento que llevo toda la vida viviendo este momento, como un deja vu constante. El olor a humedad me corta la respiración y despierto de golpe. Solo era un sueño, un sueño de soledad y abandono.
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Sombras que acechan mi cordura, siluetas de sueños tras gruesos barrotes olvidados.
Lágrimas que oxidan la única llave capaz de liberarme de la cárcel que la cotidiana locura custodia bajo siete candados.
Deseos anestesiados por falta de coraje, maldecidos por el pecado que nos condenó a ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.
Libertad sin manual de uso, utópica quimera que adormece conciencias aborregadass, incapaces de nadar contracorriente.
Años buscando un salvador que me rescatara del mundanal rebaño.
Y ayer por fin te vi...
Mano tendida, ojos verdes,
mirada amiga que comprende.
Bendito espejo que nos presentó.
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A veces los milagros se oxidan esperando a que ocurran
o, a veces, se desgastan de tanto usarlos.
A menudo, soñamos milagros
o, milagrosamente, vivimos soñando.
Y de vez en cuando, un milagro es la llave
que abre la caja del tiempo,
y empiezas a vivir justo como lo habías imaginado.
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TU mirada es la llave ,que tenés que usar ,para abrir la puerta del corazón de mis sueños .Sucede que la tristeza es un oxido , que espera la lluvia de dulce palabras .
Busco la lluvia de dulce palabras , que tenés en tu mirada , para que no sea un óxido mi corazón . Sucede que por la puerta de mis sueños , entra la tristeza sin usar llave.
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Oxidado,quedado,aplatanado y quieto
Quedó en el olvido su fútil reencuentro
Usado bagaje requebrado que a veces a tiempo
Gira la llave que abre el portón de los sueños
Y se desvive por encender una llama
Para prenderla en un instante de tu vuelo
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Carlos vio levantarse a su padre como otras tantas veces y supo que esta derrota no sería la última.
Siempre había salido adelante. Prueba de ello es que aún seguía allí, junto a él, peleando cada batalla y mostrándole el camino a seguir.
Esa tarde fue distinto. La luz del otoño brilló con destellos dorados en las lágrimas que brotaban de sus ojos. Carlos se llegó a conmover. Sintió todo el peso del mundo sobre sus hombros al comprender que el enemigo era poderoso y, esta vez sí, había traspasado las barreras otras veces infranqueables.
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Diez años en la cúspide, elogios y lisonjas saliéndole al encuentro en cada esquina. Amigos a los que no recuerda, el más nutrido grupo de los que le acompañan en su recorrido por el olimpo de la fama. Pero hoy toca morder el polvo y cae en la lona tras un certero golpe del aspirante. Cierra los ojos, respira amarga decepción y se abandona en las amenazadoras garras del olvido. La derrota es así: cruel, sádica e insensible. Ni siquiera se conmueve ante la asustada mirada del niño que implora un último esfuerzo a su padre. ¡El campeón ha caido!
Brazos en alto, clamor entre el público, el aspirante toma posesión de su cetro ¡Larga vida al campeón!
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Perdóname Padre, porque he pecado.
Me confieso de dejarme vencer y disfrutar con la derrota, de que me conmueva más la frialdad de espíritu que la propia ternura.
Me acuso de esconderme detrás del último suspiro con disfraz de primer esfuerzo y de reírme del tiempo cuando requiere premura.
Perdóname Padre, porque me he abandonado.
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Esa última caricia me conmovió, Pero de la misma manera que me conmueve o me sacude sentir el fracaso, descubrirme derrotada.
Esa derrota que abre la puerta a la desesperación... a un engranaje de pensamientos hilados con pesimismo.
Mi padre, una vez más, había ganado. Un triunfo de esos que rezuman hiel, que escuecen, que dejan una regusto amargo en el final de las palabras.
Palabras que no sé si se las llevará el viento... pero ni un huracán podría arrancarme el dolor que se instaló después de aquella discusión.
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Última lluvia, derrota que axfisia, olor de padre ausente. Primavera eterna que acompaña y conmueve. Pero no exhalo lamento porque cierro los ojos y te siento...
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Llegué tarde, padre. Ya no me reconoces. Con la mirada perdida en un punto ajeno a nuestro entendimiento y la derrota ante un final injusto e inesperado, solo me queda despedirme de ti con un fugaz beso y un llanto amargo. Sin embargo, me conmueve la paz y la serenidad que transmites, y pese a que ésta sea la última vez que nos veamos, quiero escribirte, recordarte en tus poesías, ese legado maravilloso y permanente, que te trae de regreso a mi memoria aunque estés ausente.
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Cuando vuelvo de los infiernos, después de varios días perdido...
Me reconforta cómo me arropa el sol.
Me balanceo en tranquilas horas...
Me conmueve cada minúscula historia.
Soy el último ser y no me importa.
No pienso temeroso en la derrota.
No me siento huérfano, ni solo,...
Me convierto en mi propio padre que cariñoso me cuida.
Tras varios días sin latido, allá en el averno... por fin, VIVO.
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Mi alma está sola como la última derrota .Padre del silencio , es el miedo , que aterra sin poderme conmover con una sola palabra de amor.
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Álgido de apogeo llegó la derrota
Su última gran batalla
Surgida del desenfreno
Guió su quebrado destino
En acecho de la victoria
Que con su padre ya conmovido
Resolvió en rechazar
Las monedas de plata
Por un buen camino
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Perdida, no hallo consuelo,
atrapada tras áspero velo
oculto abrupta melancolía.
¡Oh locura!, oscura y sombría,
mala hierba, el exánime terreno
aprovecha para medrar, sin freno.
Grito y resisto, respiro y recuerdo,
nunca más, exhalo coraje, muerdo.
Y al fin desenredo mis miedos,
...y libre, vuelo.
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El reguero de sangre se extendía hasta el camino que bordeaba la casa perdiéndose la pista más allá, en el seco y sombrío terreno que lo separaba de la casa contigua. El detective daba los últimos bocados del bocadillo tratando de ocultar el desánimo que le producía el hecho de ser incapaz de hallar rastro alguno sobre el paradero de la víctima. Al fondo un melancólico chucho contemplaba la escena, con la lengua fuera, parecía pensar: "Yo lo he visto todo, dame tu bocadillo y te llevo al lugar dónde han enterrado el cuerpo"
El detective engulló su último bocado y acercándose al perro le dijo acariciándolo: ¿Y tú? ¿Has visto tú algo, amigo?
El perro moviendo el rabo pareció pensar con una media sonrisa: Tarde. ¡Haberlo pensado antes!
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Aquel terreno seco no halló piedad.
Aquel paisaje, negro ya, quemado y yermo, se encontraba de vuelta del infierno.
Aquella estampa de melancólico final... extendía y abandonaba a su suerte aquel manto de miseria.
Sofocado el incendio,
ya sin llamas, ni brasas,...
ni rescoldo de esperanza.
Como la muerte, cuando nos visita,
dejando a su paso
su regalo frío y sombrío...
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Primavera que colorea la vida, hallando la armonía.
El verano al cobijo de la sombra, derritiendo los miedos.
Melancólico otoño con su penumbra cayendo en forma de hojas sobre extensos terrenos,
Sombrío invierno en busca del sol, congelando el tiempo.
Es necesaria la muerte, para que renazca la vida.
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Mustio narciso pasado en años
Sombrío atardecer el que te halla
Melancólico el ayer que te siembra
Terreno ya escaldado y pedregoso
Que de tu escarcha rocio llueva
Vuelva de tu flor sutil fragancia
Para que de tu piel surja
El súmmun de toda tu elegancia
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Partida sembrada de amarga melancolía, en cada surco honda añoranza que, entre el centeno, aguarda bañando terreno sombrío a la espera de tu ansiado retorno.
Vuelve amada mía, hallarás aquí a tu eterno enamorado, brazos abiertos, ávido de abrazos nunca olvidados, promesa de besos soñados.
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Y aún recuerdo ese lugar, tres pisadas, el cantar de un pájaro, un gran terreno y un caballo. Silencio, melancolía, tristeza y recuerdos, recuerdos sombríos.
Sombríos no por el hecho de que sean negativos, si no porque son imposibles de revivir; tristemente nunca te hallarás en ese mismo instante, en ese mismo lugar, y con la misma persona. Ya me lo decía mi abuela: "la melancolía no sirve de nada, hace que vivas en el pasado y no puedas mirar el presente." Y ahora le diría: "Y así es, abuela, nunca podré revivir ese instante en que me enseñaste a montar a caballo por primera vez, o ese momento que tu voz suave y dulce sonó diciéndome aquellas sabias palabras por última vez.
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La melancolía hacía mella en nuestro ya maltrecho cuerpo, tras la última batalla en aquel sombrío terreno. La vorágine de todos los que habíamos sido participes, nos impedía pensar en las desastrosas consecuencias. Dejando nuestra reputación en entredicho al no hallar la estrategia adecuada en el último momento. Era nuestro fin. La derrota se mascaba en el ambiente, mientras nos replegábamos por el oscuro pasillo hacia los vestuarios. El partido había terminado.
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Con el rostro sombrío escrutaba el terreno como quien vigila una madriguera esperando que en cualquier momento una alimaña le salte a los ojos. Con desgana más que evidente, le tendió los prismaticos al sargento mayor. Tal vez él, debido a su experiencia, supiera encontrar el rastro del miedo atroz que intentaba encontrar santuario en aquella melancólica pradera.
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Según la leyenda familiar, el abuelo de Ferguson salió a pie de Minsk, su ciudad natal, con cien rublos cosidos en el forro de la chaqueta, y pasando por Varsovia y Berlín viajó en dirección oeste hasta Hamburgo, donde sacó billete en un buque llamado The Empress of China, que cruzó el Atlántico entre agitadas tormentas invernales y entró en el puerto de Nueva York el primer día del siglo XX.
Leyendas de pasión. Como viajeras en el tiempo, se transmiten durante siglos de generación en generación. Inundan nuestro sueño, perturbando la razón. Agitando nuestro cuerpo y dando rienda suelta a la imaginación.
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Diferentes vidas en una. La que elegimos con nuestras decisiones infinitas e influida por incontables circunstancias que se entrelazan, condicionan y participan. Vidas inmersas en un siglo de moral y ánimos agitados...
Así se escribe nuestro viaje, el interior y el de los caminos. Viajamos a ningún lugar... conocido.
Nada es nuevo bajo el Sol... pero nada es lo mismo. Insignificancia y grandeza de tantas vidas... leyendas con nombres, que quedan escritas?
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Una leyenda contada como un jeroglífico , nos dice que el secreto se esconde solo como un monstruo en una laguna por 4321 siglos . Viajar es interiorizarse porque el secreto se esconde en la búsqueda de nosotros mismos , donde las aguas ya están agitadas de tanto buscar la verdad.
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- Cuenta la leyenda que al inicio de los tiempos la luna y el sol viajaban de la mano por el firmamento. Tan absortos y ensimismados paseaban que descuidaron las tareas que Zeus les había encomendado y éste decidió castigarlos. Desde aquel día hasta el final de los siglos solo se encontrarían y disfrutarían de su amor al alba o en el ocaso...
- ¿Qué me estás contando Ricardo?- le cortó bruscamente Laura, mientras lo miraba inquisidora a los ojos.
- Que esta noche me voy de copas con mis amigos y que volveré al alba, amor mío- contestó él, mientras agitaba el hielo de la copa de whisky y daba una profunda bocanada al magnífico habano que le había regalado su amigo Fidel.
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La leyenda del esperado
Viajaba de boca en boca
Por las tierras azotadas,
Heridas en la desesperación
De quienes durante siglos
Alentaron el odio feraz
Apuntando al forastero
Cómo origen de sus males, y,
Señalando al chivo expiatorio,
Consumaron el aquelarre
Donde ardió lo diferente,
Lo distinto, lo que asusta,
Su lengua, sus fiestas, sus señas.
Aquello que el esperado
Cerrando montañas y mares
Alejará para siempre
Del paraíso ideado
Que ellos llaman Sardonia.
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Viajé sin tener camino
En agitado vaivén
Y al llegar al medio siglo
Escribí sin leyenda
Pero con sigilo
Lo que el presente deparó
Y que en giro
Que sin ser desesperado
Que con rubor y ahora sigo
Rondó con alternancia
Lo que restaba
Del siguiente medio siglo
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La habitación 4321.
Existe una vieja leyenda que dice que en un viejo castillo del siglo CV que hay en algún lugar de Escocia, cerca del lago Ness, hay una habitación que es el 4321, donde corre una vieja leyenda sobre: crímenes pasionales, fantasmas, asesinatos, almas en pena... Pero yo no me creo esas cosas y aunque dicen, no se si será cierto o no, que se suele pasar muchas noches agitadas, yo pienso viajar algún día a Escocia, para conocer en persona el castillo. Yo no soy supersticioso, ni sugestivo , ni nada de eso...pero antes de todas formas para asegurarme, pienso consultar primero a un exorcista que él sabrá decirme lo que tengo que hacer. Y por si acaso llevaré también agua bendita, ya que no quiero sorpresas ni sustos.
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Si pudiera viajar en el tiempo, borraría la leyenda negra que durante tantos siglos ha manchado la historia de nuestro país. Liberados de esa pesada losa que tanto nos acompleja podríamos agitar con orgullo nuestra bandera nacional
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¡El combate del siglo! Dos leyendas del boxeo frente a frente. Bien merecía la ocasión un viaje tan largo y agitado desde Seattle hasta las Vegas.
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Aún recuerdo aquella noche en la que hasta Dios dormía... en la que la locura una vez más, echó sus raíces oscuras enredando su mente...
Cuando su cerebro se desconectaba por completo de la realidad, se adivinaba en su mirada la presencia de un ser extraño, imprevisible, asustado... y perdido. Así también me sentía yo, perdida entre las paredes de aquel psiquiátrico.
Era una hora cualquiera de aquella noche. Me senté al lado de su cama velando su sueño y oí gritos y lamentos que cruzaban desde el otro lado del pasillo... voces que huían de historias inventadas, sin más realidad que la de su propia angustia...
Aún recuerdo esa noche, en la que Dios se quedó dormido mientras escribía...
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Emané de la raiz de tu presencia
Crucé a la puerta de tu esencia
Adiviné tus trazos sin tener en cuenta
Que la lluvia tiene consecuencias
Cuando cae sin orden ni transparencia
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Miro por la ventana y ahí están las montañas, mis montañas, con las luces de las casas serpenteando y deslizándose suavemente, recorriéndola. Y aquí estoy, sola, echándote de menos.
Me encanta la montaña, ya te lo dije, me atrae, me envuelve con su manto verde, con sus mil aromas diferentes. Como tú. Como me envuelves tú, con el calor de tu cuerpo, con tus abrazos tiernos, con tus besos. Me atraes con ese hilo invisible que tira de mí suavemente, aferrándome a tus raíces, que se intuyen bajo el manto de hojas secas que cruzan el camino, y me pierdo entre la niebla, adivinando tú presencia. Y en lugar de tener miedo, tengo curiosidad por conocer todos los rincones, todos los obstáculos, todas las maravillas que se esconden tras ella.
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Sentimos su presencia apenas cruzamos el umbral de la puerta. Nos envolvió un aire frío y hosco que comenzó a susurrarnos lúgubres advertencias de que abandonásemos la habitación. Al fondo, en la penumbra, se adivinaba la figura frágil y menuda de la niña cuyo largo y oscuro cabello cubría hasta la cintura. Estaba de espaldas y escribía ininteligibles runas en la pared de madera con la única ayuda de sus afiladas uñas. La puerta se cerró bruscamente a nuestras espaldas, lo último que vimos fue como la criatura se arqueaba hacia atrás hasta que su cara quedó, boca abajo, frente a nosotros y su pelo tocaba el suelo convirtiéndose seguidamente en serpenteantes raíces que nos atraparon impidiendonos toda posibilidad de huir... y de sobrevivir.
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No me reproches que escriba
con renglones torcidos.
Es verdad que a veces
bebo algo más de la cuenta,
que no como bien,
y que miro con descaro
a cada mujer que me cruzo,
ignorando tu presencia
(tanto como ellas la mía)
No me lo reproches así
ni me lo tengas en cuenta.
Aunque mis poemas parezcan escritos
por un analfabeto,
vista como un viejo rockero
y a mi edad siga empeñado
en buscar mi camino a ninguna parte,
tengo las raíces clavadas
profundamente en tu tierra;
y esta vida que aquel día
hace ya tanto tiempo
fue futuro adivinado,
(bueno...
...no se parece en nada...)
pero es todo cuanto quiero
la clase de problemas que amo.
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POEMA : TU NOMBRE COMO CICATRIZ
LA CARTA DE TU AMOR
EN MI DESTINO QUISE ADIVINAR .
SE VE QUE MI CORAZÓN , ES UN MAL APOSTADOR ,
QUE CON EL JUEGO DE TU OLVIDO SE FUE A CRUZAR .
A VECES SOBRE EL BARRO DEL MUNDO ,
HAY QUE SEMBRAR SEMILLAS DE IGNORANCIA
SOLO PARA PODER COSECHAR INSTANTES DE FELICIDAD .
AL SOL DE TU PRESENCIA SE AMARILLENTA
EL ARBOL DE MI SOLEDAD ;
POR QUÉ DE DESENGAÑOS NACIÓ MI TALLO ,
COMO PODRE ARRANCAR DE RAIZ
TU NOMBRE COMO CICATRIZ
DEL DOLOR DE TU ADIOS QUE AÚN CALLO .
LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS
BIFURCARON EL CAMINO DE LOS DOS .
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Durante muchos años ,no volví a saber nada de Roger ni de la otra, ni que les pasó, ni que tal les fue, no volví a tener noticias suyas. Pero un día al cruzar la calle, me tropecé con una persona que creía conocerla de algo y haberla visto antes. De pronto, su extraña e inquietante presencia me turbo, y quise adivinar enseguida la raíz del problema. Y es que esa figura que tanto me había inquietado, era Roger, pero según su aspecto no era el mismo, había cambiado. Enseguida tuve la certeza, de que algo malo le había pasado. Aquel hombre del que me enamore, ya no era el mismo. Era un ser completamente diferente. Al cruzarse conmigo el también me vio, pero siguió su camino adelante como si nunca nos hubiéramos conocido. Aquello fue muy duro.
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Sus ojos verdes buscaron los míos, y tratando de sacar de raíz esa angustia, igual lloraba y los encontró. Lo sabía todo y sin embargo no entendía muy bien mi enojo. Le había dicho que no corriera, que debía cruzar por la senda, que mirara bien hacia los lados, que guardara el teléfono en el bolsillo, que... Allí estaba parado frente a mí, sentía su presencia, con sus ojos tristes, y yo enojada y él que se iba, de a poco. Nadie tuvo que decírmelo, lo supe adivinar. Quiso tomar mi mano y no pudo, se desvanecía como el humo. Nadie escuchó mi llanto de enojo porque yacía junto a él en la acera húmeda.
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Pensaremos que no, pero a raiz de muchas variantes y decisiones, depararemos nuestro futuro, y este como sabemos no podemos adivinarlo y solo llegaremos a el cruzando por encima de todas las dificultades. Tan solo con nuestra presencia tenemos un futuro y hay que aprovecharlo al maximo, siendo este nuestra meta a alcanzar.
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No te adivino, amor de marino
no echas raíces, solo bebes vino
no quiero que te cruces en mi camino.
No te adivino, amor albino
no mueves ruedas de molino
no quiero tu presencia en mi destino.
No te adivino, amor matutino
no tienes porte taurino
no merezco tal desafino.
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Como si no pasara nada.
Ninguna palabra se dignaba salir de mi boca, así que me puse la chaqueta y salí detrás de él.
Un taller de arreglos de chaquetas usadas... un taller donde se remiendan sueños desteñidos y se zurcen rotos en corazones sin dueño. Un lugar donde se cosen almas deshilachadas y se pespuntan palabras con calma.
Un lugar donde nada queda sin arreglo, donde todo se repara sin que nadie se digne a juzgar... donde encuentra su prenda el que la había perdido... un taller del que no se quiere salir...
Y yo, me imagino allí cosiendo...
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Los momentos de tensión que acabábamos de vivir, nos dejaron uno frente al otro. Con los ojos inyectados en sangre, los músculos tensos, los puños apretados y el cuerpo exhalando adrenalina. Preparados, aguardando el momento de abalanzarnos como depredadores. Los segundos me parecieron una eternidad. Y al final nada, no ocurrió nada. Mi padre recogió la chaqueta del suelo y, sin dignarse siquiera a decir una palabra, se dirigió hacia el sur. Yo salí tras él.
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Ahí está, pavoneándose con su elegante traje de chaqueta, burdo disfraz con el que, al caer la noche, acecha a cuanta incauta soñadora se cruza en su camino.
Pasó por mi lado sin decir una sola palabra, sin dignarse a mirarme siquiera, como si no existiera. Le di los mejores años de mi vida y ahora para él soy menos que nada.
Recorrí el andén despacio, sin mirar atrás, sin prestar atención a las carreras y a los gritos pidiendo ayuda.
-¿Qué ha pasado?- preguntó alguien-
- No sé, parece que un tipo ha tropezado y ha caído a la vía..., justo delante del tren...- fue lo último que alcancé a escuchar mientras me alejaba de la estación y una agradable brisa salía a mi encuentro.
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Cada palabra que salía de su boca era oxígeno para los que le escuchaban a menudo en la avenida principal. Dignarse a detener el paso veloz de la cotidianidad era un milagro. Nada a su alrededor o dentro suyo hizo sospechar lo que pasaría. Sintió primero un escozor, con los días un dolor intenso, en sus omóplatos, en su espalda. Por la mañana la chaqueta que lo cubría desde hacía ya años le ajustaba terriblemente a la altura de los hombros. Decidió quitársela, y algo se movió detrás de él. Ese día habló en la plaza, y al salir la primera palabra un ala se desplegó, al decir la segunda, otro ala. Siguió hablando y los ojos expectantes lo vieron elevarse sobre sus cabezas, los árboles, la avenida, los edificios, hacia el cielo.
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Tengo que dignarme a salir de aquí. Debo coger mi chaqueta e irme, aquí ya no me queda nada, sólo palabras; palabras que resuenan en mi cabeza una y otra vez; intentan huir de mi mente, pero son incapaces por el daño que han causado. Sé que seré capaz de empezar de cero, sólo necesito un empujón para ello, una señal que me haga armarme de valor.
"¿No te parece señal suficiente cada golpe,cada grito,cada pelea?" grita mi mente queriendo que la escuche, y tiene razón, no hacen falta más señales...
Y esa fue la última vez que vi esa puerta cerrarse de un portazo.
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Palabra que callada
Digna de salir no presta
Palabra embadurnada
Aquella que no lleva a nada
Palabra de prestada
Te hace lucir chaqueta cambiada
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El último día de verano, él, Marcos tenía la última palabra, él y sus amigos no tenían nada que hacer, pero todavía quedaba una esperanza para salir de sus casas, y él tenía la última palabra. Tras varias horas sin saber qué hacer, por fin, se dignaron a salir. Todos con sus chaquetas bien puestas se fueron a una fiesta y pasararon la mejor noche del verano, ahí aprendieron que nunca es tarde y desde entonces no se pierden nada en lo que se lo puedan pasar bien.
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Poema : Si pudiera
SI pudiera saber por qué la mirada ,
es una voz de silencio que dice sin decir palabras .
Si pudiera responder por qué
pesa tanto el vacío siendo una "NADA" ,.
Si pudiera abrir
la puerta de tu interior ,
solo para entrar y saber
si tus ojos me miran con amor .
Si pudiera encontrar la PALABRA
para enamorarte ,
y que mi corazón se abra como una CHAQUETA
para que del frio de la vida pueda resguardarte .
Si pudiera SALIR a volar
como un ángel por la cornisas ,
solo para ser en las alturas
el guardián que cuida de tu sonrisas .
Si pudiera DIGNARSE de darte sombra ,
este árbol caído , que contigo sueña ,
aunque estas ilusiones tarde o temprano se hagan humo
porque siempre han sido leña .
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Pasaron los años, Roger y yo estábamos más unidos que nunca o al menos eso creía yo, hasta que un buen día, no se sabe como ni por qué, hizo una cosa muy extraña. Después de hacer el amor, sin dignarse a decir nada, ni siquiera una palabra, cogió la chaqueta y sin despedirse, salió por la puerta, dejándome triste y desconcertada. Al principio pensé que había hecho algo mal, luego me acordé que había otra. Mi amor verdadero se estaba viendo con otra, que putada. Y yo sin darme cuenta, eso me pasaba por ser tan buena. Entonces se hizo añicos todo mi taller de las ilusiones. Todo lo que había imaginado y visto en sueños nunca llegó a cumplirse porque de pronto mis sueños fueron truncados y desvanecidos. Una lastima, que derroche de tiempo.
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Federico había salido de su mutismo, pero sin salir de su centro de confort ya había recuperado su entusiasmo, casi como el primer día en el que nada hacía presumir lo que lo sumiría en una profunda depresión. La perdida de esa chaqueta no lo era tanto como la ausencia de Carla en el bar de la esquina. Salir corriendo detrás de ese amor que lo encendía todo fue casi como dejar de respirar. De allí en más estuvo ahogado cada minuto de cada día. Recordaba cada palabra que sus labios pronunciaron cuando lo dejó esa mañana gris y fría. Sufrió cada noche rogando que ese amor pudiera dignarse a regresar. Que le diera sentido a su existencia. Y ahora, ella había traído puesta su chaqueta con su corazón reparado, latiendo juntos, en el mismo bar.
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Parecía que no tenía nada que hacer, ni una palabra que decir, ni tan siquiera podía dignarse a salir a la calle con su chaqueta nueva porque era de un color demasiado provocativo. Sentía un miedo constante al que ya estaba acostumbrada. Su marido regresaría pronto apestando a tabaco y alcohol, pero esta vez iba a ser muy distinto porque había pensado una solución. Había aflojado todos y cada uno de los barrotes de madera del balcón y sólo tendría que esperar a que se apoyase sobre ellos a fumarse su puro diario después de la cena. Se había convertido en una buena actriz disimulando las secuelas de sus palizas durante años, así que no le costaría nada fingir la pena por su trágica muerte.
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Nada más terminar de coser la minúscula chaqueta, se la colocó cuidadosamente y, dando por finalizado su trabajo, se sentó a contemplarlo en silencio. Mientras tanto, intentaba imaginar cuál sería la primera palabra que ambos a una pronunciarían el día que Víctor, sintiéndose preparado, se dignara a salir al escenario del pequeño teatro de madera, cartón y papel de colores. En esos momentos, mientras manejaba los hilos y miraba desde la altura, siempre le resultaba difícil reprimir las lágrimas de emoción que inevitablemente acompañaban al debut de cada nueva criatura.
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El invierno, gentil, discreto y mudo, me envolvió con su pena y entonces, toda apariencia real o imaginaria quedó congelada. El frío desarropó mi alma, pero mis lágrimas cálidas me aferraron a la tierra, mojándola de vida...
Más allá del frío sospecho que estás tú, ayudando a derretir el hielo... curándome el invierno.
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Yo solo quería ayudarla, pero no sabía cómo sin que ella sospechara. Llevaba toda la semana seria, afligida y desmejorada. La sonrisa que le iluminaba su cara cada día, parecía haberse desvanecido para siempre. Su apariencia, tan elegante y majestuosa como la de un cisne, se había transformado en la del desgarbado patito feo. Y la simpatía y gentileza que derrochaba con todo el mundo, también se había esfumado. No comprendía qué le había ocurrido y cómo iba a sacar el tema, pero debía intentarlo.
Me levanté discretamente de mi sitio y me senté a su lado. No conocía su nombre. En realidad no sabía nada de ella. Solo sentía ese agradable cosquilleo en el estómago, cada vez que la veía subirse al autobús por la mañana, para ir a trabajar.
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La última vez que salí de mi casa, diversas personas juzgaron a más de uno por sus apariencias, por la moda de criticar, parece que no, pero aquellas personas mal juzgadas sufren más de lo que la gente sospecha. En cambio, menos mal que hay personas que con su gentileza los ayudan discretamente, y eso realmente sí que es satisfactorio, siendo una de ellas equiparable a mil críticas.
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Más allá del invierno naturalizado,
la apariencia es un camino lleno de espejismos.
sospechar es un arma que dispara balas de dudas al poder.
la gentileza es ayudar discretamente a que dejes como decía Pink Floyd,
de ser un ladrillo mas en la pared
de este sistema.
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Hace solo un rato no lo hubiera sospechado, pero esta noche volveré a morir. Mi corazón fallará mientras veo la tele, y yo me marcharé como vine, discretamente. No puedo decir que lo sienta. Si no fuera porque María y los niños aún me necesitan, hace tiempo habría intentado encontrar un destino más atractivo; no me hago a tanta tranquilidad. Pero, por lo visto, dada la naturaleza de mis anteriores encarnaciones, algún estúpido hombrecillo gris, en su oficina gris, tuvo la gentileza de procurarme un "descanso", por llamar así a la enorme aunque cotidiana responsabilidad que me ha tenido ocupado los últimos años. Sin embargo, sigue habiendo pueblos que arrasar, naciones que aniquilar, y ellos siguen necesitando quien les haga el trabajo sucio
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Su caballerosa apariencia aleja toda sospecha sobre su doble personalidad.
Galante y gentil de día, bestia salvaje al caer la noche.
Ella lo sabe, pero es discreta y no pide ayuda.
De día sueña y suspira, de noche siente y respira.
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Fui a caminar a las afueras de la ciudad sin preocuparme por mi apariencia en ese momento. Sentía que el cielo se caía en mis hombros, pero muy discretamente, ya que nadie sospechaba de mi destrucción interior, o no querían ayudarme. Ni una pizca de gentileza existía en mi vida, sino todo lo contrario. Alcé mi mirada por última vez, pero con cierto cariño. Luego, el mundo entero desapareció.
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Era una fría noche de invierno en la que no había luna, las calles estaban oscuras y vacías. Iba por la carretera y se me paró el coche, entonces hice autostop. Un coche paró y un hombre se bajó. Aunque yo sospechaba de su apariencia de persona gentil, sin pedirle nada me ayudó discretamente. Estuvo mirando la avería pero no tenía solución, ya que se había estropeado el manguito del coche. Me invitó a subir al suyo, yo al principio recelé pero después acepté. Vi que tenía dentro una sirena, me explicó que era un policía que estaba de incógnito y que se llamaba Roger, entonces fue ahí cuando surgió nuestro amor. Roger y yo empezamos a salir juntos por un largo tiempo, todos los días subíamos al coche y nos entregábamos al amor. Fue bonito
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Siempre supieron que nunca vivirían tanto como para poder encontrarse entre ellos, pero de alguna manera sospechaban que se conocerían por razones poco ortodoxas. Y gracias a la ayuda de sus familiares pudieron encontrarse en los últimos momentos de su vida, en los últimos segundos pudieron verse las caras el uno a el otro, entre ellos saltaban chispas discretas que no querían que los demás descubrieran, y es que debían de guardar las apariencias si no querían ser reprendidos severamente. Aunque ya no les importaba, tan solo les quedaban unos pocos segundos de vida, y lo único que quería era sentir a el otro, las caricias gentiles que se podrían dar entre ellos, por muy mal que se viera.
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En una ayuda sopesada y elitista ( y digo elitista dado mis rasgos fundamentales...) que esbozó un discreto gesto de gentileza y acabó bajo una apariencia de rasgo inequívoco... Llanto ¡que más!...más yo intente perdonar lo que el solventar sospecha. -¡no puedo perdonar lo imperdonable!-
Y al término de la frase...solventé lo que en espera se sospechaba.
Perdonar "irremisiblemente" el quebranto que produce el variopinto ritmo a que nos lleva el extenso círculo de las acciones humanas.
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Las apariencias de los tímidos arboles teñidos del blanco timido de las nubes mezclado discretamente con la gentileza que caminaba tras ellos, y con la ayuda del helador viento me hacía sospechar que había algo más allá del invierno y de esa vida que llevaba escondida en aquella casa.
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Nada hacia sospechar que fuera a atacarme. Su apariencia indicaba todo lo contrario, por lo que pensé que me iba a ayudar a superar mi temor a una nueva relación amorosa. Además, todo el mundo me había hablado de su gentileza y su amabilidad, pero nunca había intercambiado opiniones sobre su lado más íntimo con ninguna exnovia suya. Un día me confesó que tomaba una medicación porque padecía trastorno bipolar, aunque gracias al tratamiento podía hacer una vida normal. Esa noche no podía dormir tranquila a su lado pensando en lo que me había contado y discretamente rebusqué entre sus cosas intentando averiguar algo más, pero una cuchillada en mi costado me interrumpió. Aunque pude huir, ahora sé que el corazón a veces engaña a la razón.
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De entre todas las máscaras del héroe
elegí la del héroe callado
la que oculta mi expresión de fastidio
cuando tanto trabajo
y tantas responsabilidades
me sobrepasan.
La que me hace enmudecer
ahogando mis protestas
cuando levantar la voz
me parece levantar un peso
demasiado pesado.
La que oculta mis incrédulos ojos
cuando la indiferencia
de aquellos a quienes amo
se me clava en el pecho
como espinas de un pez
al que nunca quise hacer daño.
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El hombre se había detenido a observar la escena. Su expresión era de fastidio. Sus acompañantes, una niña de corta edad y un joven adolescente, reflejaban unas miradas incredulas y sonrientes.
Ante ellos un hombre enmascarado se alzaba sobre un coche totalmente destrozado. El hombre al que acompañaban sus hijos, había enmudecido al ver que aquel era su coche. Los niños sonreían de oreja a oreja. El enmascarado era su héroe preferido.
_Puedo, puedo explicarlo ... _ dijo el de la máscara. Se mostraba cohibido.
_No hace falta _ le interrumpió el propietario del vehículo _ Ya veo que ha utilizado mi Mercedes para chafar un tipo.
_¡Es un peligroso delincuente!_ se defendió el superheroe.
_Ok, me alegro por usted. ¿Me avisa un taxi?
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En el pozo de los incrédulos
se suele sepultar ,
una fastidio tan impune
como el lenguaje necio ,
por eso en las tierras de la pos-verdad
lo que hay que hacer es desenterrar la subjetividad .
Enmudecer es una forma de expresión ,
un silencio siempre es mas verdad
que infinitas palabras de necedad.
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Ilusionada, la juventud acudió en masa a la llamada del comandante y enmudecieron cuando el personaje apareció en la tribuna: "Casta..., revolución..., pueblo..., explotación..., libertad..., lucha..."
No importa en qué orden y cómo se mezclen estas palabras, son la fórmula mágica para cambiar las caras que manejan los hilos sin que nada mejore.
Los más viejos, incrédulos y con expresión de evidente fastidio y mucha pena rememoraban historias para no dormir, repetir la historia y caer en la misma piedra una y otra vez es el precio de la incultura y de la insensatez.
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Incrédulos los dos subieron por las escaleras al oír aquellas voces sin rostros. El crujido de las maderas al subir producía el lamento triste y doloroso de la casa, igual que cuando eramos pequeños y nos contaban esas historias de casas encantadas. Al llegar al rellano, la humedad era asfixiante y la poca luz que se filtraba por los huecos de las ventanas dejaba líneas fantasmales proyectadas en el suelo. Se acercaron a la puerta lentamente, la primera a la derecha, y enmudecieron cuando sus ojos se acostumbraron a la escasa luz de la habitación. La expresión en sus duros rostros reflejaban las consecuencias de sus actos. Aquel año sería el mejor año de sus cortas vidas. Era un fastidio que solo quedara un mes para finalizar aquel verano.
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Los zanganos, insensatos, queriendo fastidiar a las obreras a la miel decidieron echar arena.
Solo consiguieron enmudecer la colmena y a la reina, incrédula, matar de pena.
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Ocultando su presencia surgió la ira, tan imprevisible, como un fastidio que permaneció en su vida. Quizás la expresión constante tras una larga espera, pueda enmudecer tu rostro con su extensa entereza, pues no sean incrédulos con esta apariencia, el transcurso del tiempo hará alcanzar su concluida sentencia.
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Te veo a la distancia con uno de los pocos sentidos que aun obedecen mis pensamientos, te veo resignado, cansado y sin fuerzas lo sé por que no tienes tu arma puesta, aquella sonrisa con la cual has batallando mil veces y has salido vencedor.
Estas agobiado por que tu querer no es correspondido, estas cansado de no sentir tus extremidades estas cansado de no escuchar la vos que te aliviaba; Observo que tu vanidad se desvanece, observo un guerrero que se ha arrodillado ante la enfermedad.
-Egoísta! - te grito sin cesar pero mis palabras son tan mudas como tus piernas.
Observo que tus alas estan recogidas y me asombra pues con ellas sobrevolabas los problemas mas grandes.
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En estos tiempos los incrédulos suelen enmudecer ante la barbarie. Ya nada llama la atención. Pueden verse a madres devorando a sus hijos con desesperación, mientras la gente enmudece a su alrededor. Si acaso algunos muestran el fastidio de tener que soportar semejantes atrocidades, mientras toman una caña en el chiringuito.
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Jorge estaba en la cena que todos los años organizaba su empresa. Tenía en sus manos la parrafada que le habían preparado para la ocasión. Para él era un fastidio, odiaba la cena de Navidad. Solo representaba una excusa para atiborrarse de comer, beber y acabar más de uno montando algún espectáculo bochornoso. Su jefe lo había elegido por ser un orador experimentado. Y aunque trató por todos los medios no asistir y delegar ese privilegio a otro, sus intentos resultaron vanos.
Todos esperaban expectantes y cuando Jorge terminó, cogió su chaqueta y se marchó. Primero hubo un gran murmullo. Luego, incrédulos, enmudecieron de golpe al constatar que el discurso se había reducido a la mínima expresión. ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!
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Todos parecían incrédulos, deberíais haber visto la expresión de sus caras. Por un momento les hicimos creer que todo aquel asunto había sido diferente a como lo conocían. Presentamos pruebas y testimonios que parecían irrefutables. Logramos captar su atención para, acto seguido, hacerlos enmudecer al desvelarles la verdad sobre el engaño; la verdad sobre cómo se puede modelar la opinión pública dando apariencia de veracidad a ciertas pruebas. Pudimos comprobar su sensación de fastidio, ¡la nueva realidad era tan ilusionante!
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Ver su expresión ensombrecerse , oir su voz poco a poco , quebrándose . Y sus ojos de aquel azul electrizante mirándome llenos de fastidio tras el velo de su llanto ahogado . Y qué a decir verdad , sería incrédula si pensara qué aún con la dura conmiseración de la que se apodera de uno cuando ante sí reconoce tratando de ocultarse el sufrimiento y la desdicha , pudiese ser yo el que le sirviera de lenitivo en aquella situación ; pues sentí entonces como me recorría la misma tierna languidez que a ella , y aún así , extraños el uno para el otro , mientras mi mundo me parecía enmudecer y apagarse , y yo con el , transido . En mi interior encontré la voz de Nietzsche antes que la mía
«A cada alma le pertenece un mundo distinto...»
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Enmudecieron los incrédulos y su expresión fastidió a los fieles.
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Tomaste una servilleta de papel y escribiste tres renglones, yo no sabía que eso cambiaría todo el resto de mi vida y nunca pude agradecerte. Fue tal la sorpresa que no pude emitir ni una palabra. Tal vez te decepcioné, pero como tú me conoces mejor que yo, descarto que entendiste mi sorpresa, y hasta mi incredulidad. Yo no soy muy adepto a los elogios, y tú lo sabes. Enmudecí porque no logré encontrar una expresión que representara mi pensamiento. Debo confesarte que estaba más que bloqueado, pero me derrumbé cuando observé ese fastidio en tu mirada, la del maestro ante el discípulo desorientado, del que se espera más. Ahora lo entiendo claramente, esos tres renglones solo tenían un significado: ¡Te quiero como un hermano!
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Expresé incrédulo, mi satisfacción
Saboreando de nuevo, ya flaca sensación
Aquel " manjar ", que enmudeció a tanto...
Vericueto, rancio, explosivo, lleno y fastidioso,
Llanto afligido, volver a lo mal vivido,
Sesgado, cuando no... Apocado, eso si llamativo
A fin de cuentas, ¿ Que buscabas en otras, muñeco roto?
Quizá la quebrada belleza, al ser dado por otro
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Incrédulos, poco amables,escuchar habladurías mis días eran un odioso fastidio.Me alejé de todo pensando sólo en mi enfermedad. Ellos en secreto y yo sin sospechar nada, con rifas y colectas juntaron el dinero para mi operación. Cuando mi jefa me dijo todo, mi rostro quedó sin expresión, sólo podía sentir mis manos, mis ojos humedecer.Me escondí tratando de entender que pasaba, si me preguntaran si los milagros existen yo digo sí, estoy sana gracias a ellos, esta enfermedad no sólo cambió mi cuerpo también mi mente y tolerancia, creo que en todos hubo un cambio.
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A lo lejos podía escuchar a un pequeño jilguero silbando una triste melodía,algo muy extraño en esos alegres pájaros.Sentí una profunda pena,y barrunté,como si un mal presagio fuera a pasar.Giré la cabeza y de repente lo entendí,un cazador rondaba por aquella zona;pero no era a la preciosa ave a la que buscaba,si no a mí.En el instante en el que me iba a atrapar,batí mis alas y volé.
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La joven apoya la frente en la ventanilla del vagón observando su figura mientras el tren silba, impasible, anunciando su inminente partida.
En el andén, un sombrero oculta otra mirada, más dura y profunda, pero igualmente apenada. Solo se vislumbran sus labios dibujando palabras de despedida acompañadas de tristes melodías.
Pena en rostros oscuros perfilados sobre fondo de nubes que barruntan lluvias sobre campos que, muy a su pesar, acabarán inundados de melancolía.
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El silbido que anuncia tu profundo malestar, ese que suena como la melodía de una película de suspense, me hacía barruntar que algo iba a pasar. Tus quejas me apenaban y mis intentos de animarte solo te ayudaban a pasar el bache, a dar un paso adelante, pero no lograban apagar tus miedos, tu profunda inseguridad.
Hoy has decidido huir y no te lo reprocho. Quisiera saber darte la fuerza para avanzar, para vencer pero solo la experiencia te la puede dar. Seguiré dándote mi cariño; no sé si será suficiente para que encuentres el camino de vuelta a casa.
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Sentado en el porche de su vieja casa, Antonio silbaba aquella antigua melodía que tantos recuerdos le traía. Recuerdos de tiempos mejores, de juventud, de risas. De reuniones familiares, de amigos y de vida. Ahora a sus ochenta y siete años, solo y afligido, pasaba las horas dejándose llevar y esperando reunirse pronto con los suyos.
-Barrunto tormenta, debería entrar dentro, -se dijo en voz alta-, mientras se levantaba lentamente de la mecedora y se sacudía la profunda pena que le invadía.
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La tierra que alberga
los huesos de nuestros padres;
fue regada con su sangre,
y abonada con sus sueños.
Por sus campos se escucharon
canciones de amor y lealtad,
melodías entonadas
al silbido de las balas
que peinaban sus cabezas.
Barruntándose incierto el futuro
y la libertad de sus hijos,
lucharon convencidos
de que valía la pena
presentar esa batalla,
pelear por un mundo mejor,
pero sólo consiguieron
sembrarlo con sus cuerpos
y avivar la oscuridad.
Somos hijos de Caín,
y como tales nos conducimos.
De las profundidades
hemos hecho nuestro hogar,
nos afanamos con empeño
en devorarnos mutuamente
para así debilitarnos
frente a un enemigo común.
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¿Por qué tú? No podía ser, debía despertar de esa pesadilla.
Ahogada por una profunda pena, era incapaz de dejar de llorar, las preguntas se barruntaban en mi cabeza sabiendo que nunca tendrían respuesta...
Ya nunca volvería a oírte silbar esa pequeña melodía para avisar que estabas en casa...
Ya nunca nada, ya todo sin ti.
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Aquel desconocido caminaba delante de mí, silbando esa melodía que no lograba reconocer. El calor hacía que las notas se derritiesen al llegar al asfalto. Las pisé sin compasión. Sobre mi cabeza, una tormenta seca barruntaba pena. El viento mezclaba el tiempo con los recuerdos, el verano se hacía profundo en las azoteas, el sueño se convertía en pegajoso compañero y mientras...el silencio se rompía por aquella melodía sin nombre.
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Nunca había sentido una pena tan profunda ni ese terrible sentimiento de desamparo. Sin embargo, en el hueco de su abrazo toda esa pesadumbre desaparecía y mientras aspiraba su aroma y le escuchaba silbar su melodía preferida todos los negros pensamientos barruntados en la mañana se esfumaban, dejando en su interior una agradable sensación de serenidad.
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No cabía pena entre el Ron y los criollos. Nunca vimos un cubano manifestando profunda depresión. Todo se acabó. Aquella melodía que teníamos en la cabeza empezó a barruntar entre las velas de cubierta. El aire nos alejaba de vuelta a España en La Capitana. Alguien comenzó a silbar una Habanera. No nos dimos cuenta más que las gaviotas al llegar a tierra.
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Su figura al frente. Al fondo el horizonte barruntando profundo acantilado y caída libre. Pero el hombre silba bellas melodías que ahuyentan todas nuestras penas y temores. Nosotras lo seguimos alegres y confiadas huyendo de nuestra mala sombra, abandonando a su suerte a los desagradecidos habitantes de Hamelín.
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Melodía silbada, profunda y callada
Pena que barrunte, una noche fría,
De un terco y resplandeciente día
Justo antes que mi mente, enardecida,
Robara de la noche, el resto... Y caía.
Anocheció, y eso que de su poca valía
Selló con llanto, el canto de su melodía
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Mientras oía el silbido del viento, María no podía olvidar aquella maravillosa melodía. Le producía una profunda pena que él ya no estuviese para escucharla juntos. Se fue una noche lejana sin dejarle apenas despedirse. Ella le adoraba, su padre fue la persona que más la quiso en el mundo y ella no podía olvidar cuando el tocaba con su armónica esa triste melodía.
Ese viento barruntaba todavia más pena y pesar en su vida, quizas si llegara pronto la primavera y saliera el sol, ella podría volver a sonreir aunque el no estuviera.
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Ni rápido, ni despacio
Sólo lento
Ni respiro, ni suspiro
Sólo aliento
Ni remo, ni mar
Sólo viento
Ni mañana, ni noche
Sólo tiempo.
El tiempo, descarado y prepotente se ríe de nosotros. Avanza implacable, cruel y despiadado, cuando más lo necesitas. Se escapa entre los dedos y te deja sin aliento, en una carrera contrarreloj que se perdió en un instante. ¿Y si tienes prisa? Ah!, si tienes prisa, se mueve despacio, lento, pausado, como el balanceo de un remo a la deriva en un mar en calma. Como una larga noche de invierno, que espera con impaciencia los primeros rayos de sol, que anuncian la claridad de un nuevo día. El tiempo, ese indomable espacio que cambia dependiendo del momento.
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Salgo despacio. La nostalgia de toda una infancia hace que se humedezcan mis ojos, que me falte el aliento.
Llegan a mi memoria olores de primaveras lejanas, risas de juegos compartidos por las calles que hoy transito, sabor de besos robados y cuyo delito ha prescrito por el transcurrir del tiempo.
Siempre que vuelvo remo a contracorriente, lucho contra un rio que me arrastra, me cansa y me dejo llevar.
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Se movía despacio por los desiertos de aquel país, ya no sabía cuánto tiempo llevaba en aquel lugar, ni como había hecho para acabar tan al sur de donde estaba hacia tan solo unas semanas. Tan solo sabía que no debería haber vendido su libertad por unas pocas gotas de agua que habían sido bebidas al instante de obtenerlas. No merecía la pena, no merecía la pena todo lo que había remado solo para acabar muriendo en aquel desierto. No quería que su último aliento fuera sobre aquella arena caliente, en aquel lugar que no conocía y que aspiraba que fuera producto de una de sus recurrentes pesadillas. Tan solo esperaba que el tiempo pasara y que el volviera a estar en su cama.
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Embarcada en la vida,
remando contra el tiempo,
sin aliento,
muriendo despacio cada día...
a veces lo pienso...
y entonces, continúo remando...
esta vez a mi favor, el viento.
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No todo lo curas, a veces agrandas las heridas.
No siempre remas a favor de la corriente, en ocasiones te arremolinas.
La verdad no siempre regalas, a veces tu aliento envenena mientras caminas.
Maestro te dicen, pero muy numerosos ignorantes apadrinas.
Vuelas ligero para quién te ruega pausa y despacio caminas para quién viste prisa o se amotina.
Pocos podemos presumir de conocerte tan bien como yo, amigo Tiempo, y mi secreto, que compartir quiero, es tenerte siempre presente.
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Navego , hacia futuros más remotos , solo y conmigo mismo , hundiéndome despacio ; atravieso las profundas aguas del tiempo . Atrás siento el gélido aliento del olvido , su ominosa presencia , corre tras de mi . Se cristalizan todos mis recuerdos , quisieran hundirse más allá del resol y el reflejo . Pues en ese instante reconozco al más solitario de todos , cuantos se ahogaron en su imagen abandonaron el afluente de su vida .
Cuantos anhelos viajan conmigo y cuantos recuerdos de anhelos .
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El efecto de la morfina se tomó su tiempo, noté mi voz gangosa, mi aliento cargado de sueños sin cumplir y por respuesta obtuve un remo, para ir un poco más allá de mi entendimiento, de mis palabras, de todo lo que había rodeado la superficie de mi vida. El remo se hundió despacio en el agua profunda y empujó con fuerza, ya estaba lejos.
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No sabría decir el tiempo que transcurrió desde que empezó a sonar el teléfono. Todo parecía suceder muy despacio. En cualquier caso, tiempo suficiente para oír el zumbido; sentir la vibración, posar cuidadosamente la copa de vino sobre la pequeña mesa del bistró, sacar el teléfono del bolsillo y sorprenderse al leer el nombre que iluminaba intermitentemente la pantalla.
-"¡Julia!" -murmuró con incredulidad, extrañado de que el número estuviera aún en su agenda-
¿Cuánto más tardaría en reaccionar? Al menos, no tanto como para perder la llamada. Tomó aliento.
-"El tiempo todo lo cura" -pensó a modo de justificación, consciente de estar rompiendo la promesa que se hizo a sí mismo aquella noche, ya tan lejana, en el club de remo.
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Todo tiempo que pasa y pasa
Que en un aliento se queda
Que despacio pasando que llega
Lluvia que al verte flagela
Savia del remar que desespera
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me faltaba aliento y tiempo para seguir con esto, tire el remo a mi mar de penas, me decían piénsalo antes, ve despacio, pero por mucho que hiciera lo que me decían mi barco se hundía con cada minuto que pasaba
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Toman aliento, respiran despacio.
Bandera en alto, detenido el tiempo.
Disparo.
Adrenalina alimentando sueños acompasados.
Remos al viento, músculos liberados, esfuerzo intenso.
Vencido el espacio, la gloria conquistada, alegría desbordada, abrazo compartido.
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Y aquí me encuentro, en el rio de la desesperación, sin tiempo, intentando escapar de la cruel verdad, pero ella es veloz y yo, remo más despacio de lo que pienso, dejándome engañar por mi mente, la cual me abandona lentamente, hundiendome en el más cruel de los pensamientos...
De repente despierto con los ojos llorosos y sin aliento, había tenido otra vez ese sueño el cual noche tras noche se repetía y aún no consigo entender.
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Necesito tiempo contigo para desnudarte a besos, muy despacito, pasito a pasito, suave suavecito, remando poquito a poquito.
Quiero que le enseñes a mi boca
tus lugares favoritos y robarte el aliento al respirar tu cuello muy despacito, suave suavecito.
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Tu recuerdo, borroso, tiempo pasado.
Tus cartas de ayer, viejos pergaminos, antiguo testamento.
Nuestras risas de antaño, canto gregoriano, rumor de hojas, lamentos.
Anoche sueños acompañados, hoy pasos olvidados, caminos abandonados.
Regreso del cementerio y tu rostro ya he olvidado, promesa obligada, consuelo piadoso y amigo.
Cenizas mitad en tierra santa mitad al viento, en el acantilado.
Tus últimos deseos, cumplidos, el mío, volar contigo.
...Y salto. Adiós alado.
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Mientras todos ya duermen,
cuando la casa está en calma,
recibo a veces la visita
de antiguos fantasmas
que abandonando su morada escondida
en sólo Dios sabe qué oscuro cementerio,
interrumpen mi etílico delirio
para volver a enseñarme
rostros que me son familiares
y sin delicadeza,
transitar los angulados recovecos,
el cuerpo calloso,
la glándula pineal,
recreándose al causar
los dolores más atroces
que el remordimiento puede.
Recorren así cada recodo
del laberinto de espíritus
en el que hace tiempo convertí
mi maltratado cerebro,
antes de regresar a sus nichos
amenazando con volver
mañana.
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Tuve que regresar al cementerio de mis restos, donde me abandoné en pedazos, donde solo hay deshechos, verdades sin rostro y lamento.
Donde creí que ya no volvería... pero donde inevitablemente me reencuentro con mi yo antiguo y mi nuevo, con el de siempre...
Larga y oscura noche en el cementerio...
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-"Esta noche me apetece cazar".
Y abandoné el cementerio para perderme por la ciudad...
Me gustan las calles silenciosas, pero no más que las bulliciosas. No recuerdo los lugares que he recorrido, ni me emocionan los rincones antiguos llenos de historia, ni siquiera tengo curiosidad por los sitios desconocidos. Simplemente elijo los caminos al azar.
No tengo sentido. Solo existo.
Dicen que no tengo rostro, pero me encantan los duelos cara a cara, desafiar a todas las miradas, poner a prueba todos los miedos, poner fin a todos los sueños...
Esta noche regreso sola, sin compañía... y a mi paso, oigo suspiros de alivio.
-"Mañana volveré a la ciudad....".
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Conservo vivamente en mi memoria aquel cementerio , posado sobre un rincón eterno , periférico , en las entrañas montañosas del interior castellonense , más antiguo aún que los ajados rostros que , a día de hoy , como en una constante y sinuosa regresión a el , hablan del erguimiento de sus blancos muros colmados de una insólita melancolía , demasiado acostumbrados al abandono de las almas conscientes cuyos ojos también atestiguaron el solemne paso por aquel sendero tortuoso , prosaico , llevando así los cuerpos inertes hasta los blancos muros de aquel viejo cementerio , o no tan viejo , como testigos pesarosos de otras almas que despiden .
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Odiaba ir a visitarla al cementerio, siempre que iba su rostro aparecía en su cabeza, como si fuese un meteorito gigante. Su imagen daba vueltas por su mente como si estuviera recorriendo un laberinto. Y, aunque no le gustaba ir, después regresar era demasiado difícil para él, una vez que empezaba a hablar con la antigua lapida era muy difícil abandonarla, dejarla allí con las demás, en completa soledad. Y es que el no conocía a la persona que estaba allí enterrada, pero sentía una extraña atracción hacia ella, quizás fuera porque tenía su propio nombre e imagen grabada en ella.
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Por más que quiero regresar
A mi antiguo rostro
A mi antiguo cuerpo
Pero me abandono al saberlo
Y que vida sellarán mis labios
Su preciado y santo secreto
En el más oscuro retazo... Seguro!
Llanto perdido, llanto olvidado
allá donde todos terminan
En aquel cementerio dorado
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aquel antiguo cementerio traía muchos recuerdos a mi mente que ya quería abandonar, su rostro aparecía ante mi una y otra vez, necesitaba regresar a casa dejar todo esto atras
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El cementerio estaba 50 metros de su casa. Era un cementerio antiguo que aún no habían sacado a las afueras.Todas las tardes, al regresar de limpiar la casa de su vecina y pasar por la puerta del cementerio, María recordaba el rostro del que yacía dentro de la tumba más lejana.No podía remediarlo, tenía la sensación de que el hombre de su vida la había abandonado cuando ella más lo necesitaba. Al llegar a casa y ver que sus hijos tres apenas tenían para comer odiaba aquel dia en el que Pedro conducía con unas copas de más y ya nunca volvió.
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De pie ante la tumba levanto el rostro al cielo y con el puño en alto grito:
A Dios pongo por testigo que volveré. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, aunque me abandonen las fuerzas y mi memoria se debilite nunca te olvidaré ¡Cada nueve de noviembre regresaré a este antiguo cementerio con tu adorado ramito de violetas!
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Imposible desprenderme de aquel recuerdo indeleble e infinito, se mantenía como de costumbre aferrado a mí mientras paseaba mi nostalgia por la ciudad. Ésta se me antojaba coqueta y acicalada con destellos de color morado, iba pensando al tiempo que contemplaba cómo el cielo descansaba en las jacarandas a orillas del río. "No puede ser de otra manera... hoy todo me transporta a ese momento" , continué divagando mientras me besaba el recuerdo de aquel día enamorado, hace ya diecinueve años.
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¡De amor, de tornillo
de Klimt, de Rodin,
de Judas, de madre, de hermano!
Para los que viven en la nostalgia;
para los que besando buscan
desprenderse del pasado,
explorar lo desconocido,
lanzarse al vacío,
pilotar sin manos.
Tengo el beso efímero,
ese que el niño se borra,
el indeleble,
el beso robado;
el beso que, te lo dan,
y te deja desconcertado.
El beso negro,
el de la vida,
el eterno,
el olvidado.
Todos esos besos tengo.
No los vendo, los regalo.
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Aquel beso...
Nostalgia indeleble de un tiempo perdido,
Aroma que el alma herida desprende,
Aquel beso...
Letargo de sueños rotos.
Lo que pudo ser... y sin embargo, no olvido.
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Primavera,
Sol,
Color,
Amor.
Nostalgia de juventud, de beso.
Indeleble recuerdo del beso primero
del que desprenderme no quiero.
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Tras varios meses prisionera de la nostalgia y custodiada día y noche por recuerdos indelebles, fui bruscamente liberada por el intenso olor a primer beso que desprendían los labios de aquel desconocido.
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En la torre de aquel castillo habitaba un fantasma, era el espíritu de una madre que se tuvo que desprender de su hijo nada más nacer. Por las noches podían oírse los llantos que rogaban volver a tener a su retoño en brazos, poder besarle la frente y desearle las buenas noches. Añoraba a su pareja, aquellos besos que se habían quedado indelebles por todo su cuerpo, oh, cuanto añoraba que la despertara cada mañana con un beso de buenos días y un ramo de flores. Ahora ya entendía la nostalgia que sentía su querida madre cuando la miraba y recordaba al primer hijo que le habían arrebatado. Ahora podía recordar porque ella decidió no tener más hijos; Seria un dolor insoportable.
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Hoy como todos los días me levante a su lado, era como tinta indeleble, nunca se iba, aun que tu quisieras.
Tengo nostalgia de aquellos días felices que olían a regalices.
Cuando se despertó le di un beso, notaba una parte de mi alma desprenderse de mi.
Una lagrima corría por mi mejilla, no podía separarme de EL.
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Desprenderse de un beso, ocasiona, en algunas ocasiones, nostalgia. Un indeleble deseo de volver a repetir la experiencia del primer beso.
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Desprendiose un trozo de mi alma
En la nostalgia de ese primer verso
Pero indeleble romperá en memoria
Al procurarse de su gallardo manto
De zurrapar a falta de líquido
Y de ensalzar en luz mi retina
En ese suave, sacro y sonoro canto
... Canto celeste de nuestro primer beso
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Tenía solo 11 años y ya tuvo que desprenderse de todo lo querido.Todas lasnoches en el Colegio Menor, sentía nostalgia de su pueblo, de su casa, de su familia, pero aún era más indeleble el recuerdo de sus amigas.
No podía olvidar el último beso que su madre le dió en el autobús. Eran otros tiempos, no regresarias hasta pasados 6 meses, Navidad.
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Hoy, víspera de carnaval, es noche de caza. No necesito armas, es suficiente con estar harta de promesas rubricadas con tinta indeleble que se borran con las primeras lluvias e invadida por la nostalgia de amores que ni siquiera recuerdo. Es tiempo de desprenderse del miedo irracional a no ser aceptada por la manada.
La presa está confiada, me acerco sigilosa y le disparo al oído:
-¿Me besas o te beso?
No tiene escapatoria, él lo sabe y se rinde en mis brazos.
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No sé si antes de volver del infierno era así, pero yo sólo lo recuerdo de aquella manera: un hombre callado.
En su silencio parecía que ardía una batalla que ensombrecía su andar suave y pausado, por eso creo que le gustaba pasear bajo la lluvia, para apagar el fuego de aquellos disparos.
Siempre llevaba sus gafas relucientes, supongo que para poder contemplar una realidad que no acababa de entender...
Sin embargo, nunca lo oí quejarse... siempre callado, siempre afable...
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Habría necesitado más de una suave lluvia , o al menos algo que se me revelase un poco más humano , para extinguir tan desenfrenada devastación de razonamientos inútiles y desatinados . Era endiabladamente maquinal en su actitud , ardiente en su terquedad , yo ya empezaba a considerarla de indefendible . Lo único profundo eran las sombras que afloraban en ella cuando culpaba a todo lo que la rodeaba de sus desdichas . Empezaba a aborrecer más que nunca todas esas vagas observaciones a las que acompañaba firmemente su dedo inquisidor . Era el no saber como sobreponerse ante una verdad que pudiera ser dolorosa , una que la mudara de si , donde se relucía lo impotente de su actitud , rezongando en sordina , mirando hacía otro lado
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Por fin, el agua de la anhelada lluvia, ayudada por la suave pendiente de la ladera comienza a peinar la sedienta tierra. La sombra de la duda sobre el futuro de la cosecha se difumina y la llama de la felicidad se extiende sobre el valle como la pólvora. En todas las casas se encienden los candiles y la cera arde como muestra de agradecimiento y regocijo. Las plegarias de todos los habitantes de la tierra media habían logrado su objetivo: acabar con la terrible sequía que asolaba la comarca.
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No fue hasta bien pasados siete años que salió a relucir aquella historia tanto tiempo reprimida, oculta como sombras que se esconden bajo un sueño prohibido, entre cuadros luminosos, flores furtivas y polvorientas botellas de rojo vino. Durante todo ese tiempo, tan sólo en muy raras ocasiones me había permitido prestarle atención a algún pensamiento pasajero que, esporádicamente, viniera a despertarme del suave letargo en el que había caído al comenzar aquella nueva etapa, cuando la música de su risa fue sustituida por la rítmica monotonía de la lluvia golpeando las ventanas del refectorio. Decidí esta vez avivar las viejas brasas y dejarlas arder: Que el recuerdo de su belleza fuera el justo castigo a mi falta de decisión.
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Ardió mi deseo irrefutable
Cuando?... Bajo la lluvia sucumbió
Que entre sombras pervive
Y en suave susurro amaneció
Que reluzca por siempre y me de razón
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Sentía la lluvia tras la ventana mientras ella junto al fuego atizaba las ascuas que aún ardían en la chimenea después de la intensa noche.
Las sombras se dibujaban en la penumbra de la habitación mientras Julia esperaba que él regresara.Sentía la suavidad de sus besos durante tres largos años pero el sacar viejas historias a relucir lo había echado todo a peder.Ella pensaba que le habia perdonado su infidelidad pero solo la tenía latente y el recuerdo pudo más que él.
Cuando amaneció ella supo que Roberto nunca regresaría.
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Arde suave la lluvia mientras relucen esquivas las sombras avivadas por la contradicción.
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De las suaves palabras que transmitian tus labios, un intenso debate entre la lluvia y el fuego se realizaba en las sombras, creadas por tu amor ardiente y mi fragor estridente. Prueba insólita de tu deseo, de tu reluciente luz y de tu parpadeo.
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Lluviosa y fría tarde de otoño en la alameda. Dos sombras se perfilan contra la luz del escaparate de la vieja confitería. Dentro, la joven dependienta amasa con manos suaves la última hornada soñando con el calor del hogar.
Fuera, el niño con ojos relucientes, la mira y sueña con manjares prohibidos, mientras, a su lado, el joven con corazón ardiente la mira y sueña con manjares clandestinos.
Al rato, mientras cerraba, el confitero observó como las tres figuras se alejaban de la mano calle arriba y sonrió al retirar el cartel de la puerta con la oferta del día: "Haz realidad tus sueños, hoy 3x1"
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Siempre hacía lo mismo: andaba. Bajo un sol reluciente o bajo una lluvia suave. Daba igual, nada me detenía. Era la única forma de cansar mi mente cuando mis pensamientos ardían.
Sentía un placer inexplicable en el agotamiento, sólo así conocía la paz. Caminaba hasta reventar mis piernas, para así poder barrer las sombras y temores que siempre me asaltaban a cualquier hora.
Andando anestesiaba el miedo. Pero no hay kilómetros suficientes para matarlo.
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No necesitan cadenas
los esclavos del miedo,
ni guardianes amenazantes
que levanten la voz,
con las venas en sus sienes hinchadas
cuando aprietan los dientes.
En vano te esforzarás
en controlar su voluntad
golpeando su espalda
o marcando su piel:
No los entierres en vida,
ni les niegues su ración
de Loch Lomond.
Antes bien,
ofréceles una existencia plena
de aparente normalidad:
Una familia, un coche,
una casa, vacaciones,
bandas magnéticas y microchips;
y tendrás un ejército de esclavos
que se pondrá en marcha cada mañana,
alimentado por el miedo a perder
su patética ilusión de libertad.
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Nunca palabras vanas surcaron sin control las voces doradas que nacen de sienes plateadas, en su lugar navegan a sus anchas las vivencias coloreadas por el alma amada.
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No podía controlar el golpeteo en mis sienes. Apreté los ojos, tensé mi cuerpo, contuve la respiración para después inspirar profundamente... pero todo fue en vano...
Cansado, me perdí en la pena, me dejé acariciar por la melancolía, llené mis pulmones de nostalgia y concentré la angustia en mi estómago.
Poco a poco me oí a mí mismo susurrándome melodías... y por fin me dormí.
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Después de tanta rabia y tanto dolor era en vano todo intento de controlar esas agudas punzadas en las sienes.Parecía que miles de voces afiladas me gritaban el por qué era tan increiblemente inconsciente y permisivo con aquella situación, pero a mí solo me salían con voz tenue y lastimera dos palabras: La amo.
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Y ya anciana, Marta peina sus blancas sienes, buscando en vano bonitos recuerdos de juventud, cuando todo era más fácil, cuando controlar su cuerpo y su voz no suponía un esfuerzo titánico...
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Solía cogerse un mechón de pelo y lo arremolinaba en su sien. Así se despeinaba al son de la música.., mientras su voz se quebraba entre cantes y risas... y su pies se enredaban en pasos improvisados, imposibles de predecir y de controlar ni siquiera por ella misma.
Me encantaba verla bailar... cualquier intento de imitarla era en vano... Y es que nadie sabía como ella tocarle las palmas al tiempo y moverse al compás de sus ochenta y dos años...
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Ya les habían dicho que no valían para nada. Les habían arrebatado todo lo que poseían, incluso aquellas cosas que eran imposibles de quitar; su libertad, sus sueños, sus voces. Vivían en vano, guiados por el control que ejercían sobre ellos. Tan solo eran marionetas con hilos sobre las sienes a las que les impedian moverse a voluntad propia.
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En un vano intento por controlar que mi voz no se viera afectada por el temblor de mi cuerpo y así poder hacerle cambiar de decisión , respiré hondo y me acerqué arrastrándome hasta donde él se encontraba , toqué su mano y le susurré: no lo hagas, por favor, te necesito a mi lado... pero mirándome con unos ojos hundidos en una infinita tristeza me respondió que ya era tarde para todo, incluso para nosotros... y empujando con cuidado mi mano a un lado, levantó su arma y se pegó un tiro en las sienes.
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Intentaba controlar la voz que diariamente me ahogaba en mi sien : " No puedes " , luchaba no en vano, hasta que un gran día elegí otro de los senderos de mi vida y aquella pesadilla terminó. LO CONSEGUÍ¡
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El miedo, el sentimiento de culpa y el desasosiego se apoderan de mí, de mi mente y de mi cuerpo poniendome difícil el caminar.
Tan solo el gesto inconsciente de poner un pie delante del otro se convierte en un terrible esfuerzo por no caer por no perder el equilibrio, por no destacar...
Intento en vano no pensar, respirar y no sentir pero el golpeteo del corazón en mis sienes me domina y esa voz interior me repite una y otra vez que estoy sola, que soy incapaz, que no voy a poder. Me voy a caer y no va a venir nadie a levantarme porque estoy sola, siempre y para siempre sola.
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Medianoche cerrada. Un golpe seco anuncia su llegada. Ya está aquí.
Una descarga de adrenalina recorre mis excitadas venas amenazando estallar en su tumultoso paso por mis doloridas sienes.
Con el pulso acelerado trato en vano de controlar las arcadas que me provoca el asco de imaginar su repugnante aliento a alcohol y a tabaco.
Terrible el miedo que me infunde escuchar su falso tono de voz:
-¡Caaariiiiñoooo, ya estoy en caasaaaaa!
Pero esta noche habrá batalla, me prometo a mí misma mientras palpo el mango del cuchillo que escondo bajo la almohada.
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No quedaron en vano mis palabras
Que ni la voz del susurro de mi aire
Del control de mi vida y desmanes
Difumina mi sien de negro a perla
Así, ya por si, resuelto quedare
En más saber y cuan experiencia
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Tu voz retumba en mis sienes mientras trato en vano de controlar mis instintos.
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Semioculto en las sombras, grababa la escena tratando en vano de controlar el ataque de risa que me había provocado la imagen del joven en paños menores que permanecía escondido en el balcón del apartamento de enfrente, supongo que tras verse sorprendido por el celoso marido de la vecinita.
Sin poder evitarlo me asomé y con el dedo señalándome la sien le grité:
-Amigo, ¡estás loco! hace 3º bajo cero. ¡Vas a coger una pulmonía¡
-¡Ssshiiiiii! ¡Calla! No alces la voz - pude leer en sus labios mientras se llevaba el dedo a la boca suplicando que guardara silencio- ¡Me va a descubrir!
La cara que puso no tenía precio. Yo me relamía pensando que me haría inmensamente rico o famoso cuando colgara el vídeo en youtube y se hiciera viral.
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Rota y simple es mi pena
Gris, exigua y empañada
Despertó una tibia mañana
De mi mente al frasco de esencia
Talado bosque en escasa leña
Así es el alma que conlleva
El respirar que duele y afrenta
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Respira pero no siente el rocío que empaña tantos sueños dormidos. Vive perdida en un bosque de grises recuerdos que nunca despiertan al alba. Afligida, siente como todos los príncipes pasan de largo mientras maldice la rueca que derramó su sangre.
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Era una mañana gris, tú conducías en silencio y yo, con mi cabeza apoyada contra la ventanilla del coche veía como el cristal poco a poco se iba empañando con mi respiración, sin poder evitar que mis lágrimas se derramasen hasta la barbilla y poco a poco me fueran mojando la camisa , hacía frío, lo recuerdo como un mal sueño del que solo quería despertar.
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La acelerada respiración y el rítmico martilleo de su sién apagaban el sucio sonido del motor de la vieja furgoneta en la que se alejaba del bosque. Éste, a duras penas se adivinaba ya como una mancha borrosa en el centro del marco gris del retrovisor. La densa niebla insistía en empañar el parabrisas, dificultando la huida y haciendo cada vez más remota la posibilidad de despertar a salvo.
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Aquella noticia se derramó de una forma salvaje, tiñéndolo todo a su paso de un cansino color gris. Se quedó flotando en el aire, pegajosa, como ese calor húmedo que lo ralentiza todo y hace que cueste hasta respirar. Empañó mis ojos, con lágrimas incontrolables y traidoras...
Aquella noticia me tentaba a adentrarme en un bosque peligroso, de esos que en los cuentos se dibujan tenebrosos y oscuros.
Pero paradojicamente, aquella noticia me anestesió el miedo. Despertó mi instinto de supervivencia. Sólo me restaba luchar. Pelearía con todas mis fuerzas y vencería a esa tan temida enfermedad. Lo haría...
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Desperté y lo primero que noté es que su respiración se había parado, me acerqué y tenía la cara gris, sin vida, yacía inerte en mitad del bosque.
Mis ojos se empañaron de lágrimas, no podía detenerme, no podía enterrarlo, había que seguir el camino, pronto notarían mi ausencia de aquél sótano nauseabundo.
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Al terminar la carretera me adentré sin querer a toda velocidad en un bosque oscuro, oscuro y gris que me hacía tener mucho miedo, pero no podía parar, angustiada se me empañaba la vista , esa ansiedad se cortó con una fuerte respiración que me hizo despertar y así pude darme cuenta que estaba profundamente dormida , gracias a Dios¡
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Estaba anocheciendo y las nubes amenazaban tormenta. El gris del asfalto rasgaba el monótono amarillo de los campos de centeno que nos rodeaban . Al fondo una primera línea de árboles guardaban la entrada del bosque en cuyo centro debía estar el refugio. Contuve la respiración mientras trataba de orientarme en el descolorido y empañado mapa que tan a desgana guardé aquella mañana nada más despertar.
-¿Te has perdido?- me preguntó asustada.
-No, está todo controlado.- Contesté sin mucha convicción, comenzando a caminar cuesta abajo.
-Lo sabía, te has perdido...- dijo siguiendo mis pasos al tiempo que una furtiva lágrima le recorría la mejilla.
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Cientos de árboles huían despavoridos en la ordenada estampida que había provocado el enorme caballo de hierro y sus nerviosos movimientos. El animal se revolvió con tanta rabia que finalmente consiguió descabalgarme.
El golpe contra el suelo me despertó bruscamente cortándome la respiración. El monótono traqueteo del tren me dio la pista del lugar en que me había quedado dormido. En contraste con el fondo gris plomizo del cielo, se adivinaba un escurridizo bosque tras el empañado cristal de la ventanilla del vetusto vagón.
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-¿Sabes?, será agradable. Yo también miraré las estrellas. Todas las estrellas serán pozos con una roldana enmohecida. Todas las estrellas me darán de beber...
Yo callaba.
"Cuídame", me dijiste. Y una agradable sensación de responsabilidad me invadió
"Quiéreme", me pediste. Y mi boca no pudo más que callar invadido por la emoción
"Protégeme", me suplicaste. Y con mis brazos te acuné al amparo de la luna y las estrellas.
Y ahora que no estás, me siento vacío, como un pozo seco dónde la eternidad es un minuto.
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Tras quince días en el pozo de castigo pude al fin respirar aire puro. La agradable brisa nocturna me saludó con una caricia. En lo alto las estrellas eran testigos de que podrían doblegar mi cuerpo, pero mi alma permanecería firme mientras me quedara un aliento de vida.
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-Es impresionante- dijo ella contemplando las incontables estrellas que iluminaban aquella agradable noche de primavera.
-Yo sé hacerlas reir ¿Quieres verlo?- dijo él al tiempo que se levantaba y le tendía la mano.
-Ven, acompáñame. No se puede hacer con cualquiera, son estrellas especiales. Pero yo sé donde se esconden.
Caminaron entre risas hasta el pretil de un viejo pozo.
-Calla, no las asustes, son muy tímidas. ¿Las ves allí abajo, en el agua?- le susurró.
Ella se asomó y quedó maravillada al contemplar el bello reflejo del cielo en el agua.
-Ahora hagámosle cosquillas.
Y al momento las estrellas comenzaron a reir centelleando al compás de las olas provocadas por el impacto de la piedra que había dejado caer con disimulo.
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Me entretuve durante horas escogiendo la que sería mi estrella. Cuando por fin ella me eligió a mí, una agradable y cálida sensación me rodeó con sus brazos.
-Llevo horas callado, mirando hacia arriba y no siento ni la más mínima molestia -pensé-.
Cuando regresé a la tierra, mi habitación me pareció un pozo oscuro y húmedo.
Allí nunca podría brillar... así que, abrí la puerta de aquel inhóspito lugar y me alejé para siempre.
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Estrella altanera y reluciente
Que aún, en callado pozo hiriente
Elegistes en verso resplandeciente
Salpicar con el viento en agradable...
Llama fulgente... Tu vida y simiente
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El político bajó de su imponente coche oficial y se acercó, condescendiente, a la ancianita que rebuscaba entre unas cajas bajo la agradable y tenue luz de las estrellas.
-¿Puedo ayudarla señora?
-¡Oh, qué amable! Se me ha caído una moneda en aquel pozo y necesito encontrarla para comprar mañana el pan.
-¿Pero por qué la busca aquí, en la puerta de su casa? Tendría que buscarla allí donde cayó.
-¡Calle, qué cabeza la mía! ¡Cuánta razón tiene!, pero entonces... ¿Por qué busca usted la felicidad en el poder y en el dinero? Le puedo asegurar que tampoco usted la encontrará ahí.
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Me enredé en el tiempo buscando estrellas, en una noche nublada y rojiza. Me pareció más agradable que bajar al pozo de mi alma de nuevo.
-Ssshhh, calla. No despiertes a las sombras, se confunden con la oscuridad y hacen que las noches sean eternas.
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Lo mejor del día, el momento que esperaba cada mañana llegaba a la caida de la tarde cuando después de trabajar me sentaba en el borde del pozo para empaparme del frescor agradable de sus aguas, el callar de su fondo, el canto de los pájaros, el crujir del campo.
Todo el tiempo del mundo hasta que aparecía la primera estrella, y las sombras de la noche amenazaban trás de mí.
Entonces volvía a casa con toda la Naturaleza en mí, capaz de resistir cualquiera de las inclemencias que pudiesen surgir.
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Estando apoyados en el pozo como hacíamos habitualmente antes de que me acompañara a casa, le mandé callar un momento para que pudiéramos disfrutar de una estrella fugaz que pasó ante nuestros ojos. Fue el momento más agradable de la velada. Ese día decidí no volver a quedar con una persona tan aburrida e insustancial.
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Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo solo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios
Luis Cernuda
Y con el tiempo, fui testigo de cómo su memoria se alejaba... los recuerdos dejaron de habitar en sus rincones y abandonaron todo lo que olía a ella. Rodaron como piedras de río, en estampida hacia aguas desconocidas... Pero alguna vez, cuando el insomnio le visitaba allí en aquella cama rodeada de noches sin nombre, destapaba su historia, revivía su pasado, acariciaba sus recuerdos... y me reconocía.
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Que no habite jamás en mi memoria ni un vestigio de aquellas noches gozosas de insomnios de su cuerpo junto al mío, ávido de caricias y secretos por descubrir, ni de aquellos dichosos días en los que su alma anhelaba mi presencia, días felices en los cuales su corazón aún no se había transformado en la piedra que hoy es, tan duro y frío que sólo su contacto eriza mi piel.
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La piedra rebotó varias veces en el agua hasta perderse en la densa niebla que cubría el lago.
Largas noche de insomnio acababan siempre con aquel tributo a Nessy, el monstruo mitad serpiente mitad dinosaurio que, desde tiempos inmemoriales, habitaba aquellas frías aguas.
Otro día más sin rastro de aquella leyenda. Otro día más que resignado recogía bártulos y sin mirar atrás caminaba de vuelta a la cruda realidad del fracaso.
Me agaché instintivamente al escuchar el silbido mientras observaba como la piedra, todavía mojada, rebotaba hasta quedar inmóvil a pocos pasos de donde me hallaba.
Parece que por fin hoy tiene ganas de jugar, pensé.
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Y en las horas de insomnios, se paraba demasiado tiempo en la memoria de esos días, y en los errores cometidos durante aquel tiempo. Pero en realidad, ese recuerdo lo llevaba siempre consigo, como una piedra en el bolsillo, forzándola a andar lento, que no cauto. Y ese miedo..."no hay manera de avanzar mientras habite tan cerca" pensó mientras se hacia el café aquella mañana.
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Caminaba siempre con la cabeza bien alta.
Si no me traiciona la memoria nunca la ví vacilar, con su andar enérgico, decidida y segura de sí misma. Ni una piedra en su camino la hubiera hecho tambalear. Nadie imaginaría su verdad, sus miedos, sus noches de insomnios.
Siempre soñaría con haber aceptado su oportunidad, aquella que llegó y se fue. Y vivir en otro lugar otro sitio donde habite el amor y la alegría. Donde ser feliz.
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Los recios muros que antaño velaban mis sueños
son ahora piedras solitarias que habitan en mi memoria.
Solo algunos recuerdos vagan insomnes entre las ruinas.
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Se sentó en aquella piedra perdida y admiró el lugar. No había ni un ser vivo que habitara aquel paraje que le hiciera enemistarse con su soledad. Había caminado hasta allí desesperada y a la deriva, después de toda una noche de insomnio. Y ahora, vacía de memoria y sin futuro, contemplaba la vida frente a frente. ¿Quién ganaría el pulso? ¿Se marcharía por su pie o abandonaría?
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El planeta Tierra se convirtió en un mundo sin memoria, habitado por desconocidos, seres de piedra sin ojos ni oídos, incapaces de dormir en su continua ambición...y en ese insomnio eterno, no llegaban a ninguna parte ...
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Memoria. Piedra porosa que el tiempo deshace a su paso. Insomnio: amigo diabolico de la memoria que mintiendole al recuerdo cada noche obliga a la mente a mantenerse alerta.
Pasar las noche en el no dormir para no olvidar,pasar minutos de oscuridad de ojos hinchados y tristes, dinamitando los pocos relatos que habitan ya en su desgastada cabeza.
Una noche tras otra, el recuerdo se va haciendo cada vez mas tenue, unas lentas horas de manos temblorosas y un silencio lugubre de ojos abiertos; un triste intento de guardar el tiempo al fondo de su ralo baul cobrizo, peinando recuerdos de color cafe con un manchado peine de dientes desconchados.
Un dia tras otro, un dia igual que otro el insomio y la memoria haciendo de antónimos amigos.
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Muéstrate amada mía, en mis noches de insomnio, mientras habita en tí el peso de la piedra de mi desazón, enjuga con tus abrazos mis lágrimas desarmadas y habite en mi tu descorazonada memoria.
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En mis largas noches de insomnio, que de largas se me hacen eternas, busco en mi frágil memoria las piedras bajo las cuales habitan los recuerdos de mi niñez, que como lagartijas se escabullen cuando al descubierto quedan.
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El laberinto terminó bruscamente ante el grueso muro de piedra que protegía la entrada. Tras él, inmensos tesoros aguardaban, la memoria de todo un imperio. Innumerables días escabando en el abrasador desierto, largas noches de insomnio habitando en túneles infectos de telarañas y podredumbre, habían merecido la pena. El sueño de toda una vida al alcance de la mano.
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Habite en tu recuerdo y como memoria viva que era, su peso , que como piedras, cayeron en redondos insomnios
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Primero los colores.
Luego los humanos
Así es como acostumbro a ver las cosas.
O, al menos, así intento verlas.
Markus Zusak
Me aterra. Por más que lo intento no me acostumbro a que sea una máquina la que consiga esa mezcla de colores tan sublime. Eso era hasta hace muy poco tiempo una cualidad reservada a los humanos. En estos cuadros yo sólo veo pinturas sin alma ¡Malditos robots!
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Los matices llenan de sentido el todo. Intento tenerlo presente, para poder así acostumbrarme a diferenciar los colores del alma humana.
Cómo se mezclan, degradan, superponen y conviven en el cuadro de cada persona.
Intento no olvidarlo, para poder así apreciar y disfrutar de tanta riqueza, a veces tan contradictoria...
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Intento parecer normal, ser como el resto, un humano corriente, pero no puedo... Me considero una persona rara, veo los colores, los animales y las cosas en general de forma diferente y estoy tan acostumbrada que no puedo cambiarlo. Siempre me ha acomplejado hacer las cosas de una manera distinta a las de los demás pero lo descubrí, lo entendí, supe que ser de otra manera, tener tu propia personalidad es lo que te hace ser especial. Y ser diferente a los demás no es nada raro, es lo que te hace brillar.
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En un vano intento por comprender a los humanos y ver como reaccionan en situaciones de estrés, acostumbro a mover el rabo cuando veo que se acercan a acariciarme el lomo y, una vez noto su mano a la altura de mis ojos, les pego un gran ladrido en toda su cara y me regocijo de felicidad viendo como huyen despavoridos soltado improperios de todos los colores.
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Intentó acostumbrarse a su olor, a sus formas en la mesa, a sus modales, a sus características como ser humano, pero no lo aguantó más. Observó sobre la cama el vestido color amarillo y emitió un gruñido.
El tercer día La Bestia abandonó a La Bella.
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Tiempo ha que te fuiste y aún no me he acostumbrado al vacío que me dejaste. Me borraste de tu vida como quién pasa la página de un libro mientras yo me precipitaba de lo divino a lo humano.
Ahora respirar no puedo y superar tu ausencia sigo intentando en vano.
Y aunque los mil colores que dibujaste en mi piel se derramaron en interminable llanto hasta pintar de gris mi alma, no me arrepiento de haberte amado.
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Pulgarcito y sus hermanos se acurrucaron en el fondo del arcón intentando pasar desapercibidos.
-¿Quién anda aquí?- gruñó el ogro mientras acostumbraba los ojos a la oscuridad de la habitación
- ¡Aquí huele a humano!- vociferó. No tenía buena vista, ni siquiera podía distinguir los colores, pero tenía muy buen olfato.
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Me acostumbré a dormirme tarde, a dialogar con las sombras y a pintar de colores oscuros lo desconocido. Pronto, las noches se convirtieron en un torpe y tortuoso intento de enfrentar mis miedos, por un lado tan humanos...y por otro, tan irreales.
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Acostumbro a imaginar que los intentos humanos, acaben en fracaso o no, son de colores luminosos y brillantes.
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No hay color, tu último novio era infinitamente más interesante que este inútil que te acompaña ahora. Aunque intentes hacer todo lo humanamente posible para acostumbrarte, no creo que consigas olvidarlo.
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Acostumbra a pintar de colores las paredes de su despacho para parecer más humano. Pero el intento es en vano, la mona aunque se vista de seda, mona se queda.
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En la naturaleza no era el orden natural sino el desorden lo que admiraba: el caos profundo de una noche estrellada o la frondosidad impenetrable del bosque.
Miguel Delibes
El desorden de mi vida hacía que fuera impenetrable entrar en ella. Todo estaba en contra mía, la naturaleza, las personas... Me sentía desolada, triste... En ese momento sentí unas manos que me acariciaban, era mi madre. Y supe que no estaba sola, que tenía presente en mi vida a las personas que me querían. Entonces me puse a ordenar mi vida porque si no eso no sería vida.
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El mayor y más aleatorio de los desordenes se transforma en un armonioso y delicado orden cuando lo observas muy de cerca, he ahí la impenetrable naturaleza de la realidad que nos rodea.
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Entré allí esperando encontrarlo, pero el impenetrable olor a desánimo me recordó que aquel lugar encerraba una historia. Eso explicaba el meticuloso orden de los objetos y muebles, que contrastaba con el desorden de la ropa. El armario estaba vacío y todo su contenido volcado encima de la cama deshecha.
Había huido. Como un caballo salvaje en plena naturaleza... Lo que no sabría nunca era dónde...
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El orden es parte de la naturaleza de las personas, pero como seres imperfectos necesitamos de un desorden en nuestra vida que nos forje una coraza impenetrable para aguantar los avatares de la vida
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El desorden que reinaba en su habitación se asemejaba a su estado interior. De naturaleza impenetrable, callada y expectante, se enorgullecía de ser enemiga del orden. Lo tachaba de previsible, aburrido, anodino y mate. Simplemente carente de belleza...
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No hay desorden en la creación. Allí donde la naturaleza se muestra más impenetrable es donde podemos contemplar el orden de Dios.
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-¿Pero qué desorden es este? - preguntó desconsolada la elegante señora del vestido rojo.
El crio la miró de soslayo sin atreverse a enfrentarse a la severa mirada de su amada abuela.
-Aaah buu litaa - balbuceó con sincero arrepentimiento Edu señalando, sin embargo, a su hermano mayor como culpable de aquel tremendo desaguisado.
La impenetrable mirada de la ancianita no pudo resistirse a aquellos irrebatibles argumentos y su bondadosa naturaleza afloró en una muda y tierna sonrisa.
- Recogedlo y poned todo en orden antes de que llegue vuestro abuelo y se enfade, ya sabéis el genio que gasta.
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La naturaleza es desorden en la búsqueda de equilibrio. Si se transforma en orden es imprenetrable e inaccesible. El gris es la naturaleza. La señora de rojo es el orden.
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El orden en la naturaleza no permite la existencia del caos Muchas veces el desorden invade nuestros pensamientos alocando nuestro destino No debemos hacer impenetrables en nuestras vidas tanto el orden como el desorden
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La belleza de naturaleza impenetrable de la señora de rojo, me pone en orden el desorden de mi vida
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Sin ti el desorden anida en mis pensamientos y la niebla desenfoca mis vacilantes ideas.
Sólo con tu presencia brota el anhelado orden, como luz de dorado sol naciente
que ilumina al amanecer la impenetrable naturaleza de mi alma.
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El padre ayudaba al hijo adolescente con los deberes:
-El orden matemático de las cosas de la naturaleza es asombroso:
Primero la luz, el sol y las estrellas;
Segundo los océanos y la tierra firme;
Tercero los seres vivos, el hombre, las plantas y los animales;
Cuarto... -El padre calló repentinamente quedando pensativo.
-¿Por qué paras Papá? ¿Qué pasa con el cuarto?- preguntó intrigado el joven.
-¿El Cuarto? ¡Eso digo yo! ¡Para mí el más impenetrable de los enigmas es saber por qué siempre tienes tu Cuarto en tal estado de desorden!
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El desorden es algo fundamental para la vida cotidiana. Sin embargo, el orden hace que todo esté perfecto y como todo el mundo dice nadie es perfecto, ni la naturaleza. Pero el orden hace, también que sea impenetrable entrar en una pocilga en la que viven jordos.
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Señora de rojo orden sobre el desorden gris e impenetrable de la Naturaleza.
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He visto ponerse el sol y ponerse la luna sobre el mismo risco enfrentado a las olas. Mañana me iré y lo que fui, lo que hice, quedará enterrado en estas páginas al arbitrio del mundo.
José Luis Rodríguez del Corral
Hay que enterrar el pasado para poder ver el mundo presente y poder enfrentarse al mañana.
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Para enfrentarse al Mundo en el que vivimos debemos enterrar el pasado y ver el mañana con optimismo
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Por fin enfrento su dilema: ver mundo, viajar, comer, reir, disfrutar, gozar. Ahora! Ya! Quizá para mañana sea tarde. En una semana todos muertos y enterrados.
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Fuera, había formas no ardientes,
Lentas y sigilosas,
Frías:
Minutos, siglos, eras:
El tiempo.
Nada más: el tiempo frío, y junto a él un incendio
Universal, inextinguible.
Dámaso Alonso
Hace mucho mucho tiempo, hubo un gran incendio en mi corazon, en el que solo quedaron restos de malos recuerdos que me atormentaban. Una noche un desconocido se me acercó con sigilo y me dio un consejo que nunca podré olvidar: el idioma del corazón es universal, solo se necesita sensibilidad para hablarlo y entenderlo.
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Estudios Universal, así rezaba el espectacular cartel de la no menos grandiosa entrada. Crucé con sigilo y una gota de temor excitado aquel umbral. Pero no podía distraerme o no llegaría a tiempo. Así que improvisé un paso decidido, elegante y diría que algo sinuoso...y me dirigí hacia las oficinas del edificio central. Allí dentro había cientos de criaturas ocupadas en sus pasos y en no olvidar la razón por la que corrían. Asalté a la primera persona que encontré y le pregunté por el casting. Un segundo después yo formaba parte de aquellos que corrían... Dios mío! mis manos y mi cara estaban ardiendo, era como si un gran incendio se hubiera descontrolado dentro de mí...cerré los ojos y abrí la puerta... Suerte!
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Dicen que no hay mejor médico para el mal de amores y que todo lo curas. Compañero universal que regalas, generoso, abundante experiencia y cultura. Vigilante incansable, no hay incendio ni urgencia que te atrape en su estampida. Hablo de tí, Tiempo, sigiloso compás que marcas el sentido obligatorio en el que transcurre nuestra vida.
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No hay tiempo que perder, el incendio ya ha alcanzado las plantas altas de las oficinas centrales de Universal Studios. Las llamas, sigilosas y traicioneras al comienzo, devoraban ahora, con furia y estruendo, tesoros de incalculable valor histórico, como los rollos originales de películas tan taquilleras como El Fantasma de la Opera, E.T el extraterrestre o Jurassic Park.
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Tal vez parece crearse una recatada armonía entre sus alegres notas y la melancólica figura de Esquilache, que no se ha movido.
Antonio Buero Vallejo
Pareces recatada pero fácil tornas en mujer alegre y de atractivas maneras. Poción mágica que mi sangre altera, quieras tú o no quieras. Figura de bandera que se mueve orgullosa al son de tus caderas. Que no daría yo, si al decirte te quiero, tú me creyeras.
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A veces, su presencia rozaba lo invisible, pero fuera como fuese, le acompañaban gestos de alguna manera alegres, quizá para disimular la ausencia de palabras. Siempre comedido, recatado ante los demás.. Parecía sensatamente feliz. Aunque en su interior se movia inquieta una sombra, la misma que proyectaba su figura en la pared. Era curioso, nadie lo diría: las entrañas hablaban, él callaba y el mundo giraba.
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La mesa está servida. Todos los movimientos estudiados. A mi izquierda el estirado alguacil tratando de parecer simpático, ocultando sus reyes. Enfrente, el alegre estudiante con pose de erudito profesor, acompañado de varias damas. A mi derecha la recatada farmacéutica envuelta en modales de verdulera, custodiada por caballeros. Incautos corderos disfrazados de lobos solitarios tratando de despellejar al desconocido de triste figura. Pero mi poker de ases es jugada ganadora. Hagan sus apuestas.
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La buena esposa su aspecto debe cuidar, su figura con gracia mover, alegre se ha de mostrar y recatada ha de parecer.
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Pese a la imagen monjil y recatada con que la recordaban sus compañeras de colegio, quienes vivimos con Charo en la universidad conocimos a otra mujer. Era alegre, fiestera, dicharachera, la auténtica reina de la noche. Charo conquistaba a todos con su deslumbrante figura, su sonrisa y su contoneo. Se movía por los garitos de Madrid como pez en el agua, no se le resistía nada, ni nadie, se había puesto el mundo por montera. Y quien sabe que habría sido de ella si ese malnacido no se hubiese cruzado en su camino.
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Porque los detalles, como todos sabemos, conducen a la virtud y la felicidad, en tanto que las generalidades son intelectualmente males necesarios.
Aldous Huxley
Aprueban medidas populistas y de poca altura de miras argumentando que son necesarias. Sus líderes, astutos y desprovistos de todo astibo de virtud y decencia, disfrazan su decadente mediocridad con togas de sabiduría trasnochada. Mientras, el resto ni sabe ni contesta. Es un mal menor repiten. Y callan y otorgan, al fin y al cabo, sus felonías son solo pequeños detalles, briznas de paja en ojo ajeno que no les dejan ver la viga que se les viene encima.
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- Es necesario que sepas que la belleza está en el detalle. Todo lo que hagas, por insignificante que parezca, requiere un rito, un tiempo, un mimo. En lo pequeño se encuentra la virtud. Ella siempre lo repetía, con su voz suave pero firme. Con ese tono sereno que dejaba grabada sus palabras con cincel en mi memoria. A lo largo de mi vida he recordado aquello en tantas ocasiones... Incluso, o sobre todo, cuando he hecho las cosas tan mal...
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El ansia de venganza lo mantenía con vida. Odiar a sus guardianes no era ninguna virtud, lo sabía, pero el odio le daba fuerzas para aguantar, para respirar, para mantenerse con vida e incluso para sentir, aunque sea odio. De este tipo de detalles dependía la supervivencia frente al mal en Mauthausen.
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El mal me estaba corrompiendo, cada vez penetraba más en mi interior y no sabía como podía detenerlo. Hasta que me di cuenta que se me escapaba un pequeño detalle, y este era necesario para que parara esta pesadilla continua. Era una virtud que pocas personas tenían y que servía simplemente para manejar el poder de perdonar, el poder de no guardar rencores, el poder que hacia falta para que una persona pudiera vivir libre de todo pecado.
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No parecía necesario saber al detalle todo lo acontecido pues una simple mirada a la escena fue suficiente para Mc. Dermon. No en vano llevaba más de 15 años de tiempo de servicio y aunque era conocido por su mal carácter, tenía una intuición que sobrepasaba cualquier intento de entendimiento y la virtud de sonsacar toda clase de información a los perplejos empleados que se sorprendían a sí mismos relatando hasta sus más íntimos pensamientos.
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- Te darás cuenta de que hay muy poco blanco puro en las nubes; sin embargo, la gente dice que son blancas. ¿Entiendes ahora por qué no necesito todavía el azul?
Tracy Chevalier
Me asomé al azul infinito de sus ojos cansados de tanto vivir pero alegres, profundos y brillantes de tanto saber. Pude sentir, ver, entender lo poco que le importaba la gente que aleteba a su alrededor; solo en su butaca pérdido en su mundo interior nada le hacía falta, a nadie echaba de menos. Tan sólo de vez en cuando asomaba una leve y casi imperceptible sonrisa.
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El cielo dejaba de tener su azul intenso, bañándose poco a poco de esos tonos morados y rosáceos que tanto me gustan. Mientras, allá abajo, la gente corría enredada en todas direcciones. Chocándose unos con otros, empujándose, arrastrando el pánico en sus caras. Y en medio de aquella multitud, estaba yo. De pie o sentado. Qué más da. Sin más. Sin entender nada. Un vagón perdido, descarrilado. Arrancado de otro mundo y abandonado en éste. Siempre perdido...
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Azul... Inmenso, protector, sereno, sincero,... Gente... Almas, conciencias, historias, materia, yo,... Entender... La vida, la muerte, el destino, el tiempo... Entender...aunque sólo sea un poco...al menos...
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En mi corazón todo estaba nublado, no veía el cielo azul, había un fuerte huracán en mi interior que hacia que poca gente se acercara a mi, y la verdad, es que no lo entendía. Hasta que me detuve, levante la cabeza y pensé con claridad: no tengo razón para estar así, si sigo así lo único que lograré es no disfrutar de la vida y esta solo es una. Disfruta la vida, no dejes pasar esas oportunidades tan especiales.??
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Nadie le creía, no entendían que un hombre que hacía poco había superado los 70 soñara aún con unicornios. Pero nunca le importó la opinión de la gente, tampoco a ella. Ana admiraba los unicornios, su gracilidad y su fortaleza le emocionaban. Él tomaba su mano, quería percibir lo que ella sentía, ver lo que ella miraba, gozar con lo que ella amaba. Y ahora, tantos años después, por nada ni nadie renunciaría a despertar cada mañana junto a su unicornio azul.
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Carlos me miró con sus grandes ojos azules y entonces entendí su miedo. La gente fuera vociferaba y de poco servían los intentos de su abuelo para aplacarlos.
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Los transeúntes se hacían los sordos. Nosotros seguíamos corriendo cogidos de la mano. Eran días de irresponsable plenitud, de felicidad imperceptible.
Eduardo Mendoza
La niñez, irresponsable, cogida de la mano. Huyendo de consejos, sorda, la juventud. La madurez, junto lo divino y lo humano. La vejez, recuerdos de días pasados. Plenitud.
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De pronto, todo mi alrededor se desmoronó y la plenitud que había logrado días atrás cayó al mismo tiempo. El dolor me oprimió la boca del estómago. Me volví sordo ante cualquier lamento y un irresponsable deseo de salir huyendo me dominó por completo... En mi estampida, nadie me cogería.
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En mi infancia llené mis pulmones con bocanadas de juegos y me calcé las botas de atrapar sueños. Así fue como tumbé a los malos y cogí de la mano a los buenos y un irresponsable ímpetu me volvió sordo con los necios... Y con el tiempo, me cosí al alma aquellos días de plenitud, para no poder olvidar nunca al niño que fui.
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Aquel rostro de deseperación con el que el hombre de la camisa blanca recibía la descarga de fusilería llenaba toda la escena. Al albor de un nuevo día, entre el humo de las velas, una mano firme daba los últimos trazos a la que a la postre sería su obra de plenitud, copiada, reproducida e imitada hasta la saciedad años y años después en Vietnam, Bosnia, Afganistán o Siria. Fue el sordo genial, en un acto supremo de clarividencia y responsabilidad, quien aquella madrugada cogió sus pinceles e imprimió a sangre y fuego para toda la posteridad la imagen de la muerte de los inocentes a manos de un pelotón de fusilamiento.
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En rincones olvidados ahogaba mis penas, malgastando los días, maldiciendo las noches. Estaciones vacías y trenes perdidos que coger no podía... ni quería. Irresponsable y necio fui, grotesco fantoche sordo a tus consuelos, ciego a tus caricias... Pero a veces sueño que mi desdicha llega a su fin, que mi alma la plenitud alcanza. Desde el fondo alzo la vista y sigues ahí. Mano tendida, ningún reproche, pura dulzura.
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Me asomé al día para enfrentarlo juntos, lo quería como aliado, no estaba dispuesta a que nada imprevisto me detuviera. - Un sol espléndido! -me hablé en voz alta-. Así que cogí el coche y pisé el acelerador durante un largo instante. Sé que era irresponsable, pero nada me turbaba, nada me distraía, ni siquiera el ruido sordo del motor. - Una vida llena de plenitud espera... - me repetía. Mientras, quedaba atrás la silueta borrosa de mi memoria... Ya ni mi nombre recordaba...
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Hoy día permanecer sordo a los acontecimientos cotidianos es una irresponsabilidad y solo se llega a la plenitud si se coge la verdad como bandera
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No hagas oídos sordos a mi reprimenda! Has sido un irresponsable y si no cambias de actitud tendrás que cogerte unos dias para reparar el daño. Y olvidate de cobrar el sueldo en toda su plenitud..
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-Chaval, eres un irresponsable, todo el día enredando, siempre llegas tarde. Y mírame cuando te hablo, no te hagas el sordo. -No ha sido culpa mía, profe, perdí el autobús. No lo pude coger por culpa de la plenitud. -¿La qué? -Mucha gente, profe, mucha gente. -Me rindo, no tienes remedio, supongo que querías decir multitud. - Po sí.
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Es ahora, en la plenitud de tu vida, cuando ves irresponsable hacer oídos sordos de la mediocridad porque, sin ella, no podríamos disfrutar ni un solo dia como lo hacemos de la genialidad de muchos de los que nos rodean. Se nos escaparia... seria como coger los rayos de la luna con los dedos.
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Me cogí el día libre. Estaba cansada de oír siempre la misma frase, me quería volver sorda para no escucharla más. Era muy irresponsable, pero no sabía como podía arreglarlo, tenía miedo de que se rieran de mis errores....
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Y es que cuando la estatua de la Libertad cierra los ojos, les pasa a los niños sin sueño de Brooklyn la antorcha de su vigilia. Pero esto no lo sabe nadie, es un secreto.
Carmen Martín Gaite
Noche de vigilia, noche de secretos..no pretendas abrir lo que cerrado mantengo. No pretendas saber lo que ni yo misma comprendo. Respeta mi libertad y atiende mis lamentos.
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Hay momentos... En la vigilia antes del sueño, justo donde se mezcla el tiempo... en los que te susurro mi secreto: No existe mayor libertad que la de amar... Y la de saberse amado. ... y entonces, cierro los ojos... Y te sueño.
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Saber que nuestro secreto permanece a salvo tras una larga noche de vigilia, es como cerrar una puerta y volar hacia la libertad.
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-¿Dónde vas, mujer, con tanta prisa y sin mirar? -¡Ahh!, es un secreto que ni por amistad aunque quisiera, yo a ti te lo debería contar. -Ya sé que vas en busca de tu libertad, pero no te cierres, que en mí puedes confiar. -Algo así fue lo que dijo el lobo con maldad: ¡Hoy viernes de vigila es tiempo de amar por más que comer carne no se me dé mal! ...Y, ¡ay amigo! pregúntale a Caperucita por el final.
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En el largo trayecto del viaje en barco las noches se hacían eternas, se nos cerraban los ojos y cada uno de nosotros en silencio y en secreto soñaba con la Libertad. En la vigilia del sueño todo parecía más fácil. Ninguno de nosotros sospechaba lo trágico que podía llegar a ser nuestro final.
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Cuando la noche era negra y oscura, Caperucita se quedaba en vigilia. Esperaba que salgan de entre los poros de la pared sus amigas diminutas y brillantes. Las noches sin luna eran sus preferidas porque sabía que la visitarían. Sólo bastaba que cerrara y abriera sus ojos para que la sensación de libertad se apoderara de Ella. Ese era su gran secreto. Sus amigas nocturnas y brillantes, sus amigas obedientes y risueñas
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Solo ella sabia su secreto: cada noche cerraba los ojos... Y abría las puertas de su libertad...se adentraba en mundos mágicos, en bosques exóticos, en planetas desconocidos, en callejones ocultos, en habitaciones misteriosas... Noche tras noche, durante la vigilia, ella crecía... Crecía en ideas, en corazón y en experiencia. Asi fue cómo aprendió a vivir dos veces una vida, a duplicar el tiempo, a estirarlo, a hacerlo eterno.
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Extraños males me aflijen: en la vigilia descanso, durante el sueño muero; la ignorancia me abre caminos a la par que el saber cierra todas mis puertas; conozco todos los secretos mientras la verdad me es esquiva. Y en el colmo de mis desdichas vivo esclavo de mi libertad, ella es mi dueña y yo su humilde siervo.
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No tenía libertad, yo sabía que era esclava de mi misma. Me sentía olvidada, rechazada... No era capaz de tomar decisiones yo sola. Pasaba todas las noches en vigilia, cerraba los ojos, y lo único que veía eran los malos recuerdos que me perseguían desde mi infancia. Pero descubrí el secreto de la vida, le cogí el tranquillo, y te digo yo a ti quillo, que muy bien lo pillo. Y esto es muy sencillo, lo único que tienes que hacer es ser como eres, y que si a los demás no les gusta, que se aguanten porque esa no es su vida, es la tuya.
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Me muevo en una linea imaginaria entre la vigilia y el sueño, en donde la realidad se confunde en secreto con los pensamientos sin dueño. Camino sin saber lo que es cierto, encerrada en una extraña jaula con barrotes de miedo y acechada por fantasmas que no tienen piedad. Vivo en un lugar recóndito, buscando sin descanso... mi libertad.
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Lo importante de la libertad es saber elegir el camino de la felicidad y es en noches de vigilia cuando se conoce el secreto para no cerrar las puertas del verdadero camino
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Tras cerrar a conciencia la cabaña emprendió la marcha. Estaba dispuesto a alcanzar la cima y descubrir su secreto ese mismo día, tal como había planeado en la vigilia. No aguantaba más, necesitaba experimentar la ansiada libertad que tan esquiva le resultaba.
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-Te veo cabizbajo querido Andrés, ¿puedo sabér qué te ocurre?-dijo la joven mientras recogía el abrigo del perchero. -Claro, no es ningún secreto pero entra y cierra la puerta, no quiero preocupar al resto de la oficina.- contestó inquieto el antaño todopoderoso Andrés haciendo un gesto a su compañera de trabajo para que entrase en su despacho y continuó: -Te lo voy a decir con la franqueza y la libertad que me dan los largos años de compartir contigo tantos sinsabores y tantas noches de vigilia- dijo mientras se colocaba detrás- pero antes dejame ayudarte a ponerte este bonito abrigo rojo... -Muchas gracias- contestó alagada mientras, por la ventana, observaba la luna llena aparecer entre los rascacielos. Lo último que escuchó fue el lúgubre aullido que se le escapó a un mucho más animado Andres, que contemplaba absorto el delicado cuello de la muchacha.
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La gravilla del camino de entrada producía un extraño rumor bajo las gomas de la furgoneta. Pequeñas piedras saltaban disparadas contra la carrocería.
Pero Anastasio no las oía. Oía tan sólo sus voces interiores y el latir gozoso y apresurado de su corazón.
Torcuato Luca de Tena
Cuando el rumor de tus latidos
alcanzar no llegan a mis oídos,
sé que he llegado al final del camino
y aunque parezca un contra sentido,
a mí me importa un comino.
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El rumor de no saber cual era el camino correcto hacía que dudara de mi misma. Me daba miedo que todo se pusiera en contra mía y me equivocara. Cada vez que me acercaba más y más oía el intenso latido de mi corazón. No se si tome la decisión adecuada, tampoco se si debería haberlo hecho, lo único que sabia era que hacía lo que me dictaba el corazón. Me di cuenta que debía escuchar a mi corazón , que debía seguirlo hasta el final sin duda alguna, porque el me diría la solución al problema que tenia.
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A pesar de los rumores y en contra de lo que dijiste , yo seguí mi camino. No podía ser de otra manera...O es que creías que podía dejar de oír los latidos de mi propio yo y sumergirme en tu marea desconcertante...Ni hablar. Para eso hubiera preferido prescindir de ti desde un principio...y no lo hice....
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Costaba respirar. En los últimos días, el aire resultaba pesado, se hallaba enrarecido, contaminado. Un rumor amargo latía impertinente de fondo entre los habitantes de aquel lugar. Intentar ignorarlo era en vano. Luchar contra él, buscar una distracción para no oírlo, de nada les servía.
Entonces, apareció por el camino aquel extraño personaje. Se acercaba con paso lento y sombrero desgastado. La persona que lo cambiaría todo en aquel rincón del mundo olvidado por el mismo Dios...
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En el camino de la vida, debes oír el latir de tu corazón, huir del rumor y no ir en contra de tus creencias
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Hoy comienzo mi nuevo camino, mi nueva vida, todo lo tengo en contra; todo invita al desánimo, al abandono...me paro, no tengo fuerza. Espera!!! escucho el latir de mi corazón, el rumor de mi conciencia y sigo....camino....no me detengo...
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El camino está llegando a su fin, hace tiempo que no oigo las risas de los niños y las golondrinas no encuentran su primavera en mi agotado pecho. Los latidos de mi esperanza solo alcanzan a ser rumores del invierno que acecha. A mi edad ya ni los recuerdos acompañan. La dama de negro contra la que no se puede luchar ya está aquí. Dejémosla pasar.
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-¿Cuánto falta? -preguntó Ana recostada exhausta contra la escarpada roca que bordeaba el camino, mientras trataba de recuperar el resuello.
-Ya queda poco, el río debe estar cerca ¿no lo oyes? -contestó Juan, animado por el rumor de aguas bravas que traía la brisa.
-Yo solo escucho los latidos de mi corazón, ¡no puedo más!- dijo mientras cerraba los ojos tratando de imaginar la tierra prometida que aquel hermoso muchacho le dibujó a la luz de las velas la noche anterior.
Él la miró y sonrió. No podía parecer asustado aunque sabía que la tormenta estaba cerca y sus vidas pendían de un hilo. Cuando decidieron escapar sabían que no habría marcha atrás y debían conseguir llegar a la ciudad atravesando aquellas peligrosas montañas.
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Al principio fue un leve rumor en la lejanía, pero pronto sentí una atracción contra la que no pude luchar. Cuando apareció, su presencia iluminó todo mi espacio y al contraluz pude oir claramente los latidos acompasados de nuestros corazones. Nuestros caminos, antes solitarios y tristes, se convirtieron en uno sólo y juntos forjaron una gran historia.
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En contra de todo pronóstico, por fin me ponía en camino. Justo entonces, en ese preciso instante, comenzaba mi viaje. Podía oír el martilleante, monótono y acelerado latir de mi corazón, pese a que de fondo se elevaba incansable y cada vez con más fuerza un rumor de lágrimas. Lágrimas de puro miedo... o de anhelo.
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Camino del brazo de la locura. No puedo dejar de oír susurros y rumores a mi paso y los latidos en mis sienes me golpean cual aldabón contra tu puerta golpeara yo antaño. Qué insensatez la mía! Qué sabor tan amargo!
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El camino se iba haciendo angosto mientras ascendía sin compañía y con dificultad. El ruido del agua precipitándose por la ladera invadía con insistencia mis pensamientos sobre la lectura del diario esa mañana e impedía oir cualquier otra señal de vida. Contra todo pronóstico un graznido espeluznante se alzó sobre el cañón y sus pendientes escarpadas. Sentí latir con fuerza mi corazón inundado de la adrenalina del riesgo. Alcé la vista al cielo y vi un buitre leonado en la vertical del escarpe rocoso. Entendí el origen y la amplificación del ruido sólo aderezado por el rumor cósmico de las ondas gravitacionales.
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Adolescencia es el camino de lucha contra la niñez donde cualquier rumor nos hace vulnerables, pero esta vulnerabilidad la superamos con el latir de nuestro corazón y con la sabiduría que oímos de nuestros padres
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En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme.
Miguel de Cervantes
Dulcinea, mi querida sirena.
A merced de las olas navega mi intenso amor marinero.
Triste queda mi espíritu cuando tu hermosa figura se sumerge en la salada inmensidad
y junto a las estrellas, esperando tu regreso quedo.
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Triste figura la tuya Dulcinea. El amor se fue y quedaste a merced de cualquier Quijote que mirarte quiso, sin importarte que sus palabras no fueran sinceras.
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¡Ay amor!, no esté triste vuestra merced porque yo velaré su sueño.
Ningún Quijote quiso tanto a su Dulcinea como yo venero su figura.
Duerma tranquila que cuando despierte yo estaré a los pies de su lecho.
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La esbelta sombra de la figura de aquella enigmática mujer, Dulcinea de algún lugar...
Me llevó a pasear por los contornos de un recuerdo bañado con amor.
Nostalgia a la deriva, a merced del tiempo, de las horas calladas y tristes.
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1 |
Delr (Delr) | Nivel: 1 Jugados: 28 Votos: 66 | |
2 |
ttfp (ttfp) | Nivel: 1 Jugados: 23 Votos: 65 | |
3 |
Manu (Hobo) | Nivel: 1 Jugados: 14 Votos: 38 | |
4 |
adma (adma) | Nivel: 1 Jugados: 21 Votos: 36 | |
5 |
Fernando (Mikael) | Nivel: 1 Jugados: 17 Votos: 29 | |
6 |
PpDR (PpDR) | Nivel: 1 Jugados: 20 Votos: 28 | |
7 |
Ángela (Angiedf) | Nivel: 1 Jugados: 8 Votos: 28 | |
8 |
Pilar (Llara) | Nivel: 1 Jugados: 10 Votos: 27 | |
9 |
bola (bola) | Nivel: 1 Jugados: 10 Votos: 25 | |
10 |
Cristina (Cris) | Nivel: 1 Jugados: 9 Votos: 22 |
Para cualquier duda, sugerencia o comentario escríbenos, estaremos encantados de atenderte
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2021-12-08 19:52:25