Fui a caminar a las afueras de la ciudad sin preocuparme por mi apariencia en ese momento. Sentía que el cielo se caía en mis hombros, pero muy discretamente, ya que nadie sospechaba de mi destrucción interior, o no querían ayudarme. Ni una pizca de gentileza existía en mi vida, sino todo lo contrario. Alcé mi mirada por última vez, pero con cierto cariño. Luego, el mundo entero desapareció.