Salgo despacio. La nostalgia de toda una infancia hace que se humedezcan mis ojos, que me falte el aliento.
Llegan a mi memoria olores de primaveras lejanas, risas de juegos compartidos por las calles que hoy transito, sabor de besos robados y cuyo delito ha prescrito por el transcurrir del tiempo.
Siempre que vuelvo remo a contracorriente, lucho contra un rio que me arrastra, me cansa y me dejo llevar.