El último día de verano, él, Marcos tenía la última palabra, él y sus amigos no tenían nada que hacer, pero todavía quedaba una esperanza para salir de sus casas, y él tenía la última palabra. Tras varias horas sin saber qué hacer, por fin, se dignaron a salir. Todos con sus chaquetas bien puestas se fueron a una fiesta y pasararon la mejor noche del verano, ahí aprendieron que nunca es tarde y desde entonces no se pierden nada en lo que se lo puedan pasar bien.