En estos tiempos los incrédulos suelen enmudecer ante la barbarie. Ya nada llama la atención. Pueden verse a madres devorando a sus hijos con desesperación, mientras la gente enmudece a su alrededor. Si acaso algunos muestran el fastidio de tener que soportar semejantes atrocidades, mientras toman una caña en el chiringuito.