Pasea por el que una vez fue el patio de la, ahora derruida, casa donde pasó su infancia. Todos los recuerdos que dejó allí al madurar navegaban ahora libres en el mar en el que hubieran desembocado los ríos que atravesaron los cimientos de cada caserío del olvidado pueblo tras las últimas lluvias torrenciales. El agua se había llevado los comienzos de cientos de historias, convirtiendo al poblado en la triste ilustración del final del cuento que, pronto, nadie conocerá.